Las varices generan el doble de consultas en verano
El calor favorece el desarrollo de las varices y aumenta las molestias de quienes las padecen.
Las consultas especializadas por problemas de piernas cansadas, pesadez, tobillos hinchados y, sobre todo, por la aparición de varices se duplican con la llegada del verano debido a que el calor favorece su desarrollo y aumenta las molestias de las personas que las padecen.
Como los síntomas de las varices aparecen o se vuelven más intensos cuando hace calor, un gran número de individuos se dan cuenta de que necesitan consultar con un especialista para mejorar su situación.
Hay que tener en cuenta que las varices no solo pueden desarrollarse por cuestiones genéticas, sino que también pueden aparecer a consecuencia de factores de riesgo como llevar una vida sedentaria, tener sobrepeso, dedicarse a profesiones que obliguen a permanecer largas horas de pie o sentado y/o, particularmente en el caso de las mujeres, cambios o tratamientos hormonales o embarazos.
——
¿Cuándo sospechar las varices?
Antes de desarrollar varices, pueden aparecer síntomas como:
Para identificar las arañas vasculares, basta con observar las piernas y comprobar si son visibles unas venas finas, de color violáceo o azulado, que muchas veces tienen apariencia de telaraña.
En el caso de detectar alguno de estos síntomas, conviene acudir al especialista para que pueda detectar alguna anomalía incipiente e iniciar el tratamiento oportuno cuando sea necesario.
Además, no debemos olvidar que la prevención es la mejor herramienta que tenemos para intentar evitar la aparición de varices, detener su progresión y evitar posibles complicaciones.
——
¿Cómo prevenir las varices?
Para tratar de evitar este tipo de problemas, conviene:
Mover las piernas, evitando permanecer inmóvil durante mucho rato.
Practicar algún deporte de forma regular.
Evitar fuentes de calor excesivo, como las saunas, la excesiva exposición solar o la depilación con cera caliente.
No utilizar ropa ceñida (como medias apretadas) y usar zapatos con tacones cómodos (entre tres y cuatro centímetros) para favorecer el retorno venoso.
Practicarse masajes ascendentes desde los pies hasta el muslo y elevarlos de la cama entre 10 y 15 centímetros.
Aplicar frío en las piernas para disminuir el dolor y la pesadez, caminando en el agua fría, por ejemplo.
Llevar una dieta adecuada que prevenga el sobrepeso y el estreñimiento, que produce un aumento de la presión venosa que dificulta la circulación de retorno.