14Feb. 01
La American Heart Association (AHA) ha alertado a los profesionales de la salud para que revisen la popular suposición de que beber vino tinto puede ayudar a proteger de los riesgos coronarios.
Queremos aclarar que existen otras opciones para reducir el riesgo, que están bien documentadas y libres de los riesgos potenciales asociados con el consumo de alcohol», explica la doctora Ira Goldberg, miembro del Comité de Nutrición de la AHA y profesora de medicina en la Universidad de Columbia de Nueva York. Según este artículo, no hay evidencias claras de que el vino sea más beneficioso que otras bebidas alcohólicas, aunque serían necesarias más investigaciones.
La AHA afirma que mantiene su recomendación de que el consumo de alcohol sea una cuestión que se discuta entre el médico y el paciente. «Nuestro consejo es que si se quieren reducir los riesgos de enfermedad coronaria conviene consultar con el especialista la forma de reducir el colesterol y la presión sanguínea, controlando el peso, haciendo ejercicio y siguiendo una dieta sana. No existe ninguna prueba científica que demuestre que el consumo de vino u otras bebidas alcohólicas pueda reemplazar las eficaces medidas convencionales», indica la doctora Goldberg.
La hipótesis de que bebiendo vino, sobretodo tinto, ayuda a contrarrestar los efectos perjudiciales del colesterol y las grasas saturadas en la dieta se basa en estudios de población que muestran índices más bajos de enfermedades coronarias en ciertas partes de Europa donde se consume vino con regularidad, pese a la dieta alta en grasas. La tasa de mortalidad por enfermedad coronaria en Francia es probablemente la mitad de la que existe en Estados Unidos, a pesar de que el consumo de grasas sea similar, afirma el estudio. Esto es lo que se ha dado en llamar la «paradoja francesa», que ha suscitado un amplio interés en EEUU.
Esto parece tener su explicación en la unión de varios factores, además del consumo de vino, como podría ser la dieta. «El patrón de consumo de bebidas alcohólicas puede ser un marcador de otros factores relacionados con el estilo de vida que pueden afectar al riesgo de enfermedad coronaria. Una serie de factores dietéticos, tales como comer frutas frescas, verduras y pescado, y reducir la ingesta de productos lácteos difieren en las poblaciones americanas y europeas y tienen que ver con la reducción de los riesgos de ataque al corazón», aclaran los expertos.
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