03Dic. 04
Trastornos mentales clásicos, como la depresión o el estrés, se unen a nuevos desórdenes relacionados con los hábitos de vida occidentales y las nuevas tecnologías para erigirse en una de las primeras causas de consulta a los médicos de familia. Así se ha puesto de manifiesto durante el trascurso de una mesa redonda celebrada en el XXVI Congreso Nacional de SEMERGEN, que ha tenido lugar recientemente en Granada.
Según el coordinador de esta mesa, el doctor Ramón González Correales, médico de familia del Centro de Salud Piedrabuena de Ciudad Real, «treinta de cada 100 pacientes que acuden en nuestras consultas tienen algún problema de este tipo, que muchas veces se presenta enmascarado entre diversos síntomas orgánicos; todo ello sin contar a los muchos pacientes que nunca nos van a consultar por estos problemas y que quizá sean la mayoría».
Para afrontar estos trastornos cada vez más frecuentes, el médico de familia es el profesional de la salud que se haya en una mejor posición, dada su proximidad al ciudadano y su entorno. «El médico general atiende en su consulta problemas relacionados con el trabajo (mobbing…), con nuevas adicciones, con cambios en la estructura de la familia (soledad, maltrato…) o con la composición social (patología relacionada con la emigración..). Algunos son problemas en los que es difícil establecer la línea de la patología, otros quizá sean una nueva expresión de la ansiedad de siempre», apunta el doctor Ramón González Correales.
El médico de AP ante el mobbing
El mobbing es uno de los trastornos mentales que está elevando más su prevalencia. Desde el punto de vista médico, se trataría de un trastorno adaptativo por una determinada forma de estrés laboral. La existencia de actitudes hostiles de forma sistemática, duraderas, y con unas consecuencias variables (sufrimiento psíquico, accidentabilidad, absentismo laboral, etc.), es lo que se ha denominado mobbing. «El resultado final de este trastorno es un proceso de destrucción psicológica, tras una serie de conductas que, de forma aislada podrían parecer intrascendentes, pero de forma repetida y constante, tienen efectos perniciosos», recalca Víctor Manuel González Rodríguez, médico de Familia del Centro de Salud Villoria (Salamanca) y coordinador del Grupo de Neurología de SEMERGEN.
El médico de Atención Primaria debe conocer la existencia de este problema y estar capacitado para realizar un primer abordaje diagnóstico, que no será fácil, sobre todo porque este trastorno puede ser causa de engaño por parte de los trabajadores para obtener bajas laborales o compensaciones económicas. Las claves para una atención adecuada se encuentran en la Atención Primaria, que atiende al individuo en el nivel más accesible, desde un punto de vista integral (biopsicosocial) e integrado (al tener en cuenta aspectos preventivos y de promoción de la salud, tratamiento, rehabilitación). Con todo, según aconseja el doctor González Rodríguez, «es preciso el trabajo en equipos interdisciplinares de Atención Primaria (Medicina de Familia, Enfermería, Trabajo Social) y contar con la colaboración del psiquiatra».
Repercusiones en la salud
El mobbing es un importante problema social, por su repercusión en la salud de la persona afectada, los elevados costes indirectos que ocasiona, e incluso desde un punto de vista epidemiológico, por el elevadísimo número de personas que pueden estar sufriendo las consecuencias del mismo. En España, según los datos de la encuesta sobre la violencia en el entorno laboral, más de 1,5 millones de personas son víctimas de hostigamiento laboral, lo que supone más del 12 por ciento de los trabajadores en activo. Además, uno de cada tres trabajadores manifestó haber sido víctima de maltrato psicológico en su vida laboral con una frecuencia semanal, y cerca del 77 por ciento de los afectados señaló un apoyo escaso o nulo en sus organizaciones. El número de trabajadores afectados podría ser incluso mayor, puesto que muchos de ellos no se atreven a denunciar estas situaciones por el temor de perder su puesto de trabajo. Estudios recientes señalan que, entre el 5 y el 11 por ciento de la población occidental trabajadora, podrían ser víctimas de este tipo de violencia, habiéndose cifrado en un 8 por ciento la población europea que sufre el acoso psicológico en el trabajo.
Incluso, se estima que aproximadamente un 10 por ciento de los suicidios consumados es atribuido a conductas relacionadas con el mobbing. Entre las características más destacables de las conductas del mobbing destacan: la intencionalidad, la repetición, la persistencia en el tiempo, la asimetría, y su objetivo final, que es la destrucción psicológica del acosado, y el abandono «voluntario» de la organización por parte de éste.
Tipos de acoso psicológico
En función del lugar que ocupan los protagonistas del mobbing, en la escala jerárquica de las organizaciones, se han distinguido varios tipos de acoso: descendente o bossing (del inglés boss – jefe), es la situación más habitual, en la que el acosador posee una posición de superioridad, jerárquica o de hecho, frente al acosado; ascendente: se trata del acoso psicológico sufrido por personas que ostentan rangos jerárquicos superiores, que se ven agredidos por subordinados; horizontal: es el acoso psicológico que se produce entre trabajadores del mismo nivel, si bien es habitual que el acosador ejerza una posición superior, como líder del grupo.
Destacando las principales consecuencias que se derivan de este desorden, el doctor González Rodríguez apunta que «no solamente el trabajador implicado se convierte en víctima de los efectos del acoso, también la familia y la comunidad (y las organizaciones) se verán afectados». La entrevista clínica es, en estos momentos, el mejor instrumento disponible para detectar este problema. Según su grado de severidad, se apostará por medidas conductuales y cognitivas, en los casos más acusados, por la utilización de ansiolíticos y depresivos, sin olvidar una necesaria intervención familiar.
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