Para muchos, el mes de septiembre significa volver a la rutina diaria después de unos días de ocio disfrutando del calor y de las vacaciones. Pero el retorno a la normalidad puede ocasionar más que una simple añoranza por los momentos de relax y diversión: es lo que se conoce como el síndrome postvacacional.
De hecho, más del 40 por ciento de las personas que vuelven al trabajo tras las vacaciones pueden sufrir este síndrome caracterizado por episodios de tristeza y ansiedad que provocan irritabilidad, falta de concentración y un gran desinterés por las labores asignadas. Además, también puede traducirse en otros problemas físicos como cansancio, fatiga, falta de apetito, dolores musculares y de cabeza o molestias en el estómago.
No obstante, los síntomas del síndrome postvacacional suelen desaparecer en un plazo de diez días. Si no es así, los expertos aconsejan acudir a un especialista ya que es probable que se padezca una depresión.
¿Cómo y quién puede sufrir este síndrome?
Según destaca la psicóloga del Centro de Tratamiento de la Ansiedad y el Estrés (CETAES), Vanessa Fernández, en estos casos los trastornos pueden ser fruto de una mala organización.
Por ejemplo, una falta de planificación de tareas «que deberían haberse quedado hechas antes de marcharse» puede generar cierta ansiedad. A su vez, esto provoca que se esté más irritable y susceptible a las críticas, y como consecuencia se crea «una tensión muscular por encima de lo normal» que ocasiona problemas de sueño o insomnio y hasta episodios de fatiga.
Es por esto que no existe un perfil específico de las personas que tienen riesgo de padecer estos trastornos. No obstante, a pesar de que no se hayan grandes diferencias entre hombres y mujeres, diversas teorías evolucionistas aseguran que afectaría más a ellas porque son más sensibles a cualquier cambio y tienen una mayor inestabilidad emocional.
Asimismo, y dejando el sexo de un lado, generalmente son empleados a quienes no les satisface su trabajo o el ambiente en el que se desarrolla (bien sea por sus compañeros o por sus jefes). También puede darse entre aquellos que su situación laboral no es estable y entre los que tienen muchas cargas extras fuera del trabajo.
Amas de casa
Pero no sólo los que trabajan fuera de casa pueden verse afectados por estos síntomas sino también las que lo hacen dentro. En muchas ocasiones, las amas de casa padecen la tristeza y la ansiedad del síndrome postvacacional ya que volver a la rutina diaria supone para ellas volver también «a la soledad del hogar».
Según la doctora Fernández, los porcentajes de afectados son similares al del resto de trabajadores con la diferencia de que «la vuelta es más dura y la pueden sufrir de forma más acentuada porque tienen menos factores de protección» para combatirla.
Y es que, en cualquier otro puesto la vuelta puede resultar más llevadera si se cuenta con el apoyo, por ejemplo, de los compañeros con los que se tiene buena relación. En cambio, después de haber pasado unos días o semanas con la familia, las amas de casa «llegan a casa y no encuentran nada más». Además, en el peor de los casos, los síntomas de este síndrome pueden intensificarse hasta el punto de convertirse en otras patologías como depresión o trastorno de ansiedad.
¿Cómo evitar el síndrome postvacacional?
Aunque no existe una «receta mágica» contra este trastorno, los expertos recomiendan volver de las vacaciones al menos un día o dos antes de reincorporarse al trabajo para descansar un poco y así intentar evitar que se combine el estrés laboral con el de la vuelta a casa. También es importante ir acostumbrándose a los hábitos rutinarios planificando con tranquilidad las tareas pendientes o que se deben retomar en breve.
Asimismo, no es recomendable que el día elegido para reincorporarse sea un lunes porque la sensación de depresión y el impacto psicológico pueden ser mayores.
Por otro lado, durante los primeros días de trabajo, es aconsejable realizar trabajos de poca intensidad y nunca intentar poner todo la faena al día después de un mes fuera. Por ello, mejor debe optarse por atender primero las tareas urgentes que necesitan una respuesta inmediata.
Pero aunque la rutina vuelva, no todo es trabajo. No se debe olvidar dedicarse tiempo a uno mismo y a los compañeros compartiendo, por ejemplo, las experiencias vividas en los días de relax. También se puede empezar a pensar en las próximas vacaciones o en el próximo puente y planificar algo para crear una «perspectiva de ilusión».
© 2024 Medicina Television S.A Spain