El esquí es un deporte cuya práctica implica riesgos, aunque también es cierto que con el aprendizaje de una buena técnica se evitan el 70 por ciento de las lesiones. Éstas se producen fundamentalmente en rodillas, hombros, muñecas o codos pero pueden prevenirse si se tiene una aceptable condición física y, por lo tanto, se ha tenido una preparación previa.
Con el comienzo de la temporada de esquí «es importante tener en cuenta numerosos factores para evitar que la práctica de este deporte conlleve algunos problemas físicos», señala el doctor Carlos González de Vega, especialista en Medicina de la Educación Física y del Deporte. Además, el mismo especialista añade que uno de los mayores problemas actuales relacionados con la práctica de este deporte «es la falta de concienciación de la población de los riesgos que conlleva su práctica, y cómo la falta de preparación previa al esquí, el desconocimiento de una técnica adecuada o una escasa condición física pueden influir incrementando estos riesgos».
Por ello, antes de lanzarse a las pistas es muy importante tener una aceptable condición física. Esto implica haber realizado una preparación previa para este deporte, habiendo realizado ejercicios aeróbicos (como nadar, correr o montar en bicicleta), y habiendo reforzado aquellas partes del cuerpo que más se utilizan en el esquí, que son las que más frecuentemente se dañan.
En este sentido, apunta el doctor González de Vega que «es necesario realizar ejercicios básicos de elasticidad y flexibilidad de distintas musculaturas», como serían las de cadera, cintura, rodilla, hombro, muñeca y codo. Estas prácticas tendrían el objetivo de acondicionar dichas articulaciones para el ejercicio y para tener una buena movilidad, quedando la musculatura más preparada para los movimientos del esquí.
Consejos básicos
Unido al trabajo específico a nivel muscular, es muy importante haber asumido una técnica correcta. El esquí, que no tiene por qué resultar difícil de aprender, se caracteriza por la gran técnica que requiere, ya que se trata de un deporte de riesgo. Por este motivo es importante la manera en que se practica y el reproducir mecanismos de movilidad que impidan que las articulaciones puedan dañarse. De hecho, un buen aprendizaje evita la aparición de lesiones hasta en el 70 por ciento de los casos.
Por otro lado, existen más hábitos que favorecen la práctica de este deporte, como puede ser empezar a esquiar después de un calentamiento, de manera suave, en zonas adecuadas y, sobre todo, evitando la fatiga. Debe tenerse en cuenta que la fatiga y el cansancio muscular conllevan una disminución del tono muscular y, por ello, se incrementan las posibilidades de perder reflejos, aumentándose las lesiones graves.
Otras recomendaciones útiles a la hora de esquiar serían la de descansar cada dos horas; no tomar alcohol, ya que además de provocar deshidratación conlleva una importante pérdida de reflejos que se ve aumentada por la altura; evitar las comidas copiosas que no aportan la glucosa y glucógeno que se necesita y recurrir a la ingesta de hidratos de carbono, tomando por ejemplo pasta o arroz. Esta comida debe ser ligera, y ha de aprovecharse para beber líquido abundante.
Lesiones y recuperación
Algunas normas básicas pueden prevenir, o al menos disminuir, tanto la frecuencia como la gravedad de las lesiones. Un ejemplo de ello podría ser aprender a levantarse tras una caída. Y es que muchas lesiones de rodilla se producen de forma accidental en personas que no saben incorporarse después de caerse, más que por la caída en sí. Por este motivo, si al intentarlo se nota dolor intenso, no hay que persistir en querer levantarse. Únicamente se esperará a que lleguen los equipos de salvamento y, mientras tanto, se aplicará frío (en este caso nieve) sobre la zona afectada.
La incidencia de lesiones en la práctica del esquí es indudablemente elevada en relación a otros deportes. Las más frecuentes suelen ser las menos graves (esguinces o luxaciones). Sin embargo, también se dan lesiones de tipo grave, como la rotura de ligamentos o de meniscos, entre otras. Las más habituales en la práctica del esquí son las de rodilla, que afectan con mayor frecuencia a las mujeres, y las de hombro, codo o muñeca, que suelen sufrir más los hombres. Esto se debe a la diferencia en la elasticidad articular, el tono y masa muscular de unos y otros.
Una vez que se produce la lesión, la rehabilitación resulta fundamental. En caso de lesiones leves lo es para evitar que la persona pierda masa y tono muscular. En aquellos casos más graves hay que recurrir a la cirugía, a la que sigue un largo proceso rehabilitador.
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