Nueva técnica para el tratamiento de la hipertensión arterial resistente a fármacos

El Hospital Regional Carlos Haya de Málaga ha aplicado una novedosa técnica para el tratamiento de pacientes con hipertensión arterial refractaria, esto es, que no responde a tratamiento con fármacos, cuyo objetivo es reducir la actividad nerviosa de la pared interna de las arterias renales responsable de la presión sanguínea.

Este procedimiento está indicado en personas con hipertensión arterial resistente en la que la presión arterial, a pesar del tratamiento con múltiples fármacos (4,5 ó más), se mantiene muy elevada, estando el paciente con elevado riesgo de desarrollar complicaciones cardiovasculares, accidente cerebro vascular, o insuficiencia renal, problemas todos que suponen una elevada carga sanitaria y socioeconómica.

Se estima que entre un dos y un tres por ciento de pacientes con hipertensión arterial severa no responden bien al tratamiento con fármacos, habiendo intentado la combinación de 4 ó 5 diferentes. Por lo general, son pacientes con muchos ingresos hospitalarios, en tratamiento prolongado con múltiples medicamentos y con muchos cambios en la medicación.

El sistema nervioso simpático que recubre la pared interna de las arterias renales contribuye a mantener la presión arterial elevada. A esta pared llegan impulsos nerviosos que recibe desde el cerebro y, al mismo tiempo, también parten desde ella impulsos hacia el cerebro, de forma que todos participan en el mantenimiento de la presión arterial elevada.

La técnica, utilizada por primera vez en Andalucía, consiste en reducir esa actividad nerviosa del interior de la pared de las arterias renales a través de un catéter, que introducido a través de la arteria femoral y alojado en dichas arterias, recibe impulsos eléctricos en espiral desde un generador externo, produciendo la ablación, o ‘denervación’, de los nervios simpáticos renales.

El tratamiento se realiza en la sala de radiología vascular intervencionista, con el paciente bajo sedación, la duración es de unos 45 minutos, aproximadamente, y una vez finalizado el tratamiento, se retira el catéter.

El tratamiento no es radical y los efectos, a través de distintos mecanismos de adaptación, se evidencian a medio plazo manteniéndose en el tiempo. Diversos estudios clínicos multicéntricos han demostrado que se puede reducir en un 80 por ciento la actividad del sistema nervioso simpático a nivel renal y hasta un 40-45 por ciento a nivel general.

El promedio de disminución de la tensión arterial al mes del tratamiento es de 18 a 25 mmHg, y a partir de los tres meses, se estima una reducción de unos 35 mmHg. El paciente después de la aplicación de la técnica necesitará un ajuste individualizado del tratamiento farmacológico que permita un mejor control de su presión arterial.

El mejor control de la tensión arterial y, en consecuencia, la reducción del riesgo de complicaciones vasculares y de ingresos hospitalarios hacen que esta técnica pueda ser considerada como altamente coste-efectiva, en este reducido número de pacientes, en los que tras múltiples tratamientos, continúan con hipertensión refractaria sin adecuado control.