Ya ha llegado septiembre y la vuelta a la rutina se hace difícil para todos: tanto para grandes como para pequeños. Y es que igual que los adultos deben prepararse mentalmente para regresar al trabajo tras las vacaciones, los niños tienen que hacer lo propio para la "vuelta al cole". Por ello, los expertos recomiendan a los padres ir reajustando los horarios de las comidas y rutinas de sueño de sus hijos para adaptarlos al comienzo de las clases, que está a menos de dos semanas.
También deben mentalizar a sus niños de la dinámica que van a retomar, para que la vuelta a la rutina sea mucho más llevadera. Según Juan José Millán, director del Centro Psicopedagógico Área 44, en verano es frecuente que los horarios se desajusten, «se coma y se cene más tarde, y no se madrugue». Por eso, y para evitar que a los niños les cueste más levantarse de la cama los primeros días de clase, Millán aboga por que los padres «vayan cambiando el ritmo de las comidas y el sueño progresivamente en las semanas previas».
Por otro lado, en función de las edades, las complicaciones a la hora de retomar las clases son diversas. Mientras que los alumnos de más de doce años suelen presentar más problemas por la pereza de tener que madrugar, los más pequeños suelen tener más dificultades para retomar el ritmo del aprendizaje. Este último problema será más sencillo de solucionar si durante el verano los más pequeños han realizado actividades que les hayan mantenido intelectualmente activos. Por ejemplo, todo es más fácil si durante el verano se mantuvo el ritmo de lectura y se hicieron ejercicios que requerían de atención e impedían una relajación total.
Sin síndrome postvacacional
Sea como sea, y en opinión de la psicóloga del Centro de Tratamiento de la Ansiedad y el Estrés (CETAES), Vanesa Fernández, los niños tienen mucha mayor capacidad que los adultos a diferentes ambientes por lo que «no suelen tener tantas dificultades al volver ni sufren nada parecido al síndrome postvacacional». Como mucho, pueden tener cierta tristeza o pena, pero «más por echar de menos a los amigos que han hecho en las vacaciones o en el pueblo y no por el retorno a la situación que dejaron».
Y es que los niños tienen la ventaja de que se ilusionan más fácilmente, y lo normal es que ellos tengan ganas de reencontrarse con los compañeros.
Fobia escolar
Sin embargo, en el caso de que el niño tuviese reticencia al regreso podría relacionarse con falta de integración o adaptación, por dificultad para el aprendizaje o con problemas con los compañeros o los profesores. En estos casos de «fobia escolar», Millán recomienda a los padres que estén atentos y un poco más «encima de sus hijos» para ver que les pueden contar de su día a día en el colegio. Además, ante cualquier duda, aconseja ponerse en contacto con el profesor-tutor del niño en el menor tiempo posible.
No obstante, estos problemas suelen ser más habituales cuando los niños cambian de centro y hay una falta de adaptación a los nuevos compañeros. En estos casos, según el experto, se puede detectar observando «si las relaciones sociales del niño son distintas a las de otros años, y ver con que ánimo vuelve a casa».
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