Las últimas investigaciones sobre glaucoma intentan actuar en dos frentes, disminuyendo, por una parte, la presión intraocular y por otra, potenciando el flujo sanguíneo del nervio óptico. El glaucoma es un proceso de pérdida irreversible de visión que hasta el momento se relacionaba únicamente con la presión ocular del paciente.
Hasta ahora los oftalmólogos aseguraban que básicamente era la presión la causante de los trastornos visuales que provocaba el glaucoma «de esta manera estaba más o menos localizada la población a la que podía afectar pero ahora hemos visto que las cosas no son tan claras y que lo que aparentemente estaba causado por la elevación de la presión no es algo tan seguro. Hemos comprobado que muchos pacientes con presión alta, al bajársela seguían evolucionando en la enfermedad. Del mismo modo también hemos atendido a enfermos con glaucoma que tenían una presión intraocular normal.», según afirma el doctor Carlos Verges, Jefe del Servicio de Oftalmología del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona.
En los últimos tiempos se están empezando a tener en cuenta otro tipo de factores de riesgo vascular, es decir que la circulación o el flujo sanguíneo ocular es, al menos, tan importante como la presión intraocular en la aparición de enfermedades oftalmológicas como el glaucoma. Esto significa que la población susceptible de sufrir glaucoma aumenta considerablemente, «todos aquellas personas que tengan trastornos de circulación tan comunes como la hipertensión sanguínea, la hipotensión, la diabetes,… pueden sufrir restricciones en la llegada de sangre al ojo y por lo tanto pérdida de visión», afirma Carlos Verges. Por lo tanto la población que potencialmente puede padecer un glaucoma es muy alta. Según el doctor Verges a partir de los 40 años el 3% de la población va a sufrir un cuadro de tipo glaucomatoso.
Francisco Fantes, profesor asociado de oftalmología en el Hospital Bascom Palmer Eye Institute de la Universidad de Miami apunta que esta enfermedad es la tercera causa de ceguera en el mundo y una de las patologías más frecuentes. «A mayor edad, mayor riesgo. Yo recomendaría a los pacientes mayores de 40 años que se hagan un descarte de glaucoma, y a los mayores de 60 años que acudan a su oftalmólogo al menos una vez al año», aconseja Fantes.
Los síntomas del glaucoma no son nada evidentes por lo que se incrementan las dificultades para poder hacer diagnóstico precoz. «Esto es un grave problema porque no existe una sintomatología demasiado clara. Hay otras enfermedades en las que el paciente sufre dolor, o inmediatamente pierde visión y esto hace que acuda al médico lo más rápido posible. Con esto no ocurre lo mismo porque hay una pérdida de visión muy discreta, además no de la visión que utilizamos normalmente sino de la periférica», asegura el doctor Carlos Verges. El diagnóstico precoz es importante en esta enfermedad, ya que se trata de una patología de carácter irreversible, es decir la visión que se haya perdido ya no se podrá recuperar. Esto incrementa la importancia de las campañas de prevención que pongan de manifiesto los estadios incipientes de la enfermedad glaucomatosa.
«Desafortunadamente no hay suficiente concienciación social y por eso hay millones de pacientes que se están quedando ciegos todos los años. Se está convirtiendo en un problema de salud pública, el paciente no siente dolor, no ve diferentes colores sino que va perdiendo campo visual muy poco a poco. La pérdida puede durar años y en el momento que acude al médico ya es muy tarde», opina Francisco Fantes. La visión perdida no se puede recuperar porque el glaucoma afecta al nervio óptico que parte del tejido cerebral, «nosotros nacemos con un número determinado de células y las que se pierden no podemos recuperarlas. No hay manera de hacer de esta enfermedad una patología reversible y yo no veo que en las próximas décadas se vaya a poder regenerar el nervio óptico», augura Fantes.
Tratamiento del glaucoma
A pesar de que ningún fármaco provoca la recuperación de la visión del paciente sí que se puede conseguir paralizar la evolución del glaucoma. El hecho de descubrir que existen otro tipo de factores, además de la presión ocular, que aumentan el riesgo de sufrir glaucoma ha provocado un cambio en el tratamiento de estos pacientes. «Los tratamientos que había hasta el momento eran los que disminuían la presión intraocular, hemos comprobado que es una medida buena y necesaria, pero insuficiente», afirma el doctor Carlos Verges. Actualmente se utilizan fármacos que actúan conjuntamente sobre la presión y sobre la circulación, «con este tipo de medicamentos podemos controlar, casi en la mayoría de los enfermos glaucomatosos, esa situación de daño por presión, daño mecánico y daño vascular que provoca esta patología. La dorzolamida es el fármaco que nos permite corregular estas dos situaciones» asegura Verges.
La opción quirúrgica y el láser se utilizarán en el caso de que el paciente no responda bien al tratamiento farmacológico. Sin embargo, hay un tipo de glaucoma, el de ángulo estrecho, donde el protocolo más idóneo sería el láser.
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