La próstata es uno de los principales motivos de cirugía en el varón mayor de 45 años. Los recelos de la población masculina a hacerse revisiones periódicas dificultan en gran medida el diagnóstico precoz de las enfermedades relacionadas con esta glándula. Aún así las campañas de prevención están haciendo su efecto y ya un 10 por ciento de los pacientes de urología primaria son asintomáticos.
La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es un tumor benigno y la enfermedad más frecuente de esta glándula. Esta patología consiste en un crecimiento excesivo de la próstata hasta llegar a comprimir la uretra, dificultando y a veces impidiendo el paso de la orina. Entre un 20 y un 25 por ciento de los varones mayores de 60 años recurre a la cirugía para solventar sus problemas prostáticos.
Según apunta el doctor Fernando Jiménez Cruz, presidente de la Asociación Española de Urología , en la actualidad hay en España más de seis millones de hombres mayores de 50 años, y de ellos, «unos dos millones necesitarán medidas médicas para su próstata y un millón y medio deberán pasar por el quirófano».
El diagnóstico precoz de este tipo de enfermedades favorece la utilización de técnicas quirúrgicas menos agresivas para el paciente. La puesta en marcha de campañas informativas dirigidas a la población comienza a dar resultados. «Si en 1991 el 20 por ciento de los hombres consultaban a su urólogo cuando ya no podían orinar, hoy el 10 por ciento de los nuevos pacientes en urología primaria son asintomáticos y acuden porque han oído que a partir de los 50 años es conveniente realizarse una revisión», asegura Juan José Ballesteros, presidente del Consejo Nacional de Salud Prostática.
El doctor Jiménez recuerda que «en 1990 el 80 por ciento de las consultas eran cánceres avanzados con lo que lo único que podía hacer el médico era alargar la vida del paciente. Hoy ya hay un 60 por ciento de diagnóstico precoz. Pero el hombre sigue siendo reacio a consultar al urólogo». Para los especialistas en urología lo prioritario para salvar estos recelos es concienciar a la población de que se trata de un problema de salud con gran impacto sobre la calidad de vida y el gasto sanitario «el 38 por ciento de los pacientes considera que no tiene una buena calidad de vida, además se calcula que el coste de los fármacos utilizados para tratar la infección benigna de próstata es de 11.000 millones de pesetas» apunta Ballesteros.
En este tipo de patologías no existen unos factores claros de riesgo aunque el sedentarismo, el alcohol, una mala alimentación pueden ser medidas que causen estas enfermedades de forma indirecta. El antecedente familiar provoca que se adelante la consulta al urólogo antes de los 50 años aunque no haya síntomas que auguren algún problema prostático. A pesar de todo esto «lo recomendable sería que cualquier cambio en la forma de orinar se consulte con el urólogo para evitar males mayores», aconseja Jiménez.
La cirugía parece ser el tratamiento más idóneo frente a los problemas obstructivos provocados por la HBP y las complicaciones que puedan derivarse de esta obstrucción. Entre los síntomas obstructivos figuran el retraso del inicio de la micción, disminución de la fuerza del chorro de la orina, goteo de orina, vaciamiento vesical incompleto y retención urinaria.
La necesidad de los controles periódicos
Aunque en más del 80 por ciento de los casos la cirugía resuelve el problema de estos pacientes los médicos aseguran que las revisiones posteriores son necesarias para descartar cualquier indicio de reproducción de la enfermedad. Aproximadamente entre un cinco y un diez por ciento de los pacientes intervenidos por hiperplasia benigna pueden desarrollar cáncer de próstata.
Los expertos estiman que un 10 por ciento de los pacientes intervenidos de esta patología podría tener que someterse, con el tiempo, a una nueva intervención. «Existe la creencia equivocada de que una persona operada de próstata no puede desarrollar patología prostática. Así que el mensaje que debemos transmitir a la población es que un operado de próstata es un paciente que debe seguir controlado anualmente, tal y como haría una persona que no ha sido intervenida» apunta el doctor Fernando Jiménez Cruz. Este urólogo asegura que cuando al paciente operado se le retira la sonda se da un margen de tiempo, entre 6 y 8 semanas, para comprobar que la cicatrización es correcta y que no hay infección de orina.
Para Ballesteros el problema principal es que ha habido un malentendido «nosotros no quitamos toda la próstata, por eso el paciente puede volver a tener patologías relacionadas con esta glándula. No extirpamos la próstata sino el tumor benigno que se ha desarrollado, lo que queda puede evolucionar hacia una hiperplasia benigna o bien hacia un cáncer de próstata».
Características del cáncer de próstata
El tumor maligno de próstata es el cáncer urológico más frecuente entre la población masculina española. Según datos de la Asociación Española de urología, un millón y medio de los españoles de edades comprendidas entre los 50 y 75 años están en riesgo de padecer un cáncer de próstata. De estos el 9,5 por ciento desarrollará un cáncer clínico y el 2,8 por ciento morirá a causa de esta enfermedad. Anualmente se producen en España 3.600 fallecimientos debidos a esta patología.
La velocidad de desarrollo de este tumor es muy lenta lo que dificulta su diagnóstico. Según los especialistas, el 30 por ciento de los tumores se detecta cuando ya existe la metástasis, es decir cuando ya se ha extendido hacia otros órganos. El cáncer de próstata es sólo curable en los estadios iniciales y el tratamiento más indicado es la cirugía y la radioterapia. En estadios más avanzados se recurre al tratamiento hormonal paliativo.
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