El mosquito Aedes Altopictus, transmisor del dengue, fiebre amarilla y otras enfermedades víricas, antes presente sólo en las zonas de Trópico, se encuentra en la actualidad también en España, Italia, Suiza y Estados Unidos. Todos los años aparecen entre 50 y 60 enfermedades nuevas y vuelven a emerger patologías que habían disminuido, como la leishmaniasis en Sudamérica.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado recientemente que la humanidad será la especie más amenazada por el calentamiento global y que, según las últimas previsiones, África se verá gravemente afectada en el año 2020. Sin duda, la proximidad de España a este continente explica una mayor vulnerabilidad de nuestro país frente al cambio climático.
Según el doctor Basilio Valladares, director del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, «el transporte aéreo de la calima desde África a Canarias y el sur de España está trayendo bacterias, hongos y virus antes no existentes en nuestro entorno. En general, el aumento de los movimientos migratorios y transacciones comerciales, mediante las que se transportan insectos y huevos de insectos que, debido al aumento de las temperaturas medias, sí pueden sobrevivir en zonas en las que antes no era posible, está provocando la aparición de enfermedades tropicales en lugares en los que anteriormente no estaban presentes».
Es el caso, por ejemplo, del mosquito Aedes Altopictus, transmisor del dengue, fiebre amarilla y otras enfermedades víricas y que, mientras hace años estaba recluido en las zonas del Trópico, actualmente también está localizado en España, Italia, Suiza y Estados Unidos.
Asistimos, en este sentido, a una globalización de las enfermedades tropicales. Se trata de patologías que se suelen transmitir por la picadura de mosquitos y otros insectos que, en palabras del doctor Valladares, «sobreviven en zonas en las que hace años no podían vivir, aumentando no sólo el número de estos mosquitos de forma exponencial sino, además, su capacidad vectorial». A este respecto, el aumento de la temperatura ambiental repercute en el aumento de la temperatura del agua, lo que, a su vez, disminuye el periodo de desarrollo del larvario de insectos que requieren agua para reproducirse. Según Valladares, «pueden reproducirse en una semana en vez de en 27 días, lo que, en el marco de la transmisión de enfermedades, supone un aumento de mosquitos enfermos y un aumento de la transmisión de las enfermedades tropicales transmisibles por esta vía de infección».
«Además, todos los años», afirma este experto, «aparecen entre 50 y 60 enfermedades nuevas y vuelven a emerger patologías cuya frecuencia había disminuido, como la leishmaniasis en Sudamérica, antes sólo presente en animales salvajes y, en la actualidad, también en los humanos debido a la intervención del hombre en el bosque y la selva». A este respecto, el doctor Valladares comenta que «el sistema inmunitario del hombre actual no está acostumbrado a la exposición a estas enfermedades emergentes».
Control de las enfermedades tropicales
Aunque el aumento de las temperaturas facilite inevitablemente la implantación de insectos no presentes hace años en Europa, hay que evitar la transmisión de las enfermedades que portan estos insectos, mediante la vacunación y controlando el vector. «Aunque sí en el norte de Marruecos, será difícil que en España se implante la malaria», explica el doctor Valladares. «Con nuestro nivel socio-sanitario se debería poder controlar la aparición de estas patologías en nuestro entorno».
A este respecto, actualmente, ya se han tomado medidas de control para contener algunas de estas patologías y evitar su transmisión. «Es el caso», explica Valladares, «de la enfermedad de Chagas (trypanosomosis), transmitida por un artrópodo en Sudamérica y que se puede contraer de humano a humano mediante la placenta y por transfusiones de sangre. En España, para controlar su transmisión, ya se incluye su detección en los análisis de sangre que se realizan a todos los donantes de sangre».
Otros cambios en el entorno
Junto a la presencia de insectos antes inexistentes en los países del hemisferio norte, el medioambiente está siendo modificado a consecuencia de los cambios de las temperaturas. Según el doctor Valladares, «el aumento de la temperatura del agua del mar está conllevando en Canarias la existencia de amebas de pescado, mientras que en algunas zonas del Mediterráneo se están implantando algas y plancton distinto al que hacen cambiar la fauna marítima, lo que al mismo tiempo también modificará nuestra alimentación».
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