La exposición a edredones y almohadas de plumas puede causar fibrosis pulmonar idiopática

En España hay unas 10.000 personas afectadas y en un 25% de los casos podría deberse al uso de edredones y almohadas de plumas.

Investigadores del Hospital Universitario de la Vall d’Hebron de Barcelona han descubierto que la exposición a productos hechos con plumas, como edredones y almohadas, es una de las principales causas que pueden provocar la fibrosis pulmonar idiopática, una enfermedad respiratoria grave de baja supervivencia.

Una enfermedad de la que hasta ahora se desconocía su origen y que con este estudio se ha visto que en la mitad de los casos sí tiene una explicación: otra enfermedad denominada neumonitis por hipersensibilidad crónica, que en el 50% de las ocasiones está originada por la exposición persistente a edredones y almohadas de plumas. Por tanto, alrededor de un 25% de los afectados por fibrosis pulmonar idiopática podrían tener un desencadenante hasta ahora oculto.

El hallazgo, publicado en la revista The Lancet Respiratory Medicine , permitirá un nuevo enfoque de la prevención porque facilita el diagnóstico temprano y supone una reorientación de las guías mundiales para el estudio y el tratamiento de esta patología, ha informado este lunes el centro sanitario en un comunicado.

La fibrosis pulmonar idiopática provoca una pérdida progresiva de la capacidad respiratoria, una afección que en España afecta a unas 10.000 personas, 2.000 de ellas en Catalunya.

La investigación, que se realizó entre 2004 y 2011 en 60 pacientes con la enfermedad del Servicio de Neumología de la Vall d’Hebron, también revela que la exposición a aves y hongos en cantidades mínimas pero persistentes pueden influir en el desarrollo de la enfermedad.

Esto demuestra que se trata de la enfermedad llamada neumonitis por hipersensibilidad crónica, dolencia en la que la Vall d’Hebron es referente mundial, lo que «cambia radicalmente» el abordaje que se debe adoptar en su estudio.

Los investigadores han propuesto que en el estudio de los pacientes se incluyan visitas al domicilio y al lugar de trabajo para descubrir posibles fuentes antigénicas, y realizar mediciones de hongos, plumas y isocianatos -sustancias químicas que pueden resultar muy irritantes a la piel y a los ojos-.

Han apostado por analizar el material sospechoso en el laboratorio de investigación de Neumología, donde se obtiene un extracto antigénico que sirve para determinar si existen anticuerpos IgG específicos frente a este extracto en el suero del paciente -habitualmente hongos o plumas-.

Simultáneamente, se debe practicar un cultivo para hongos del material sospechoso, con lo que se consigue «un buen punto de partida para comenzar un estudio en profundidad encaminado a certificar la causa que ha condicionado al paciente para que desarrolle la enfermedad», ha explicado el principal autor del estudio, Ferran Morell.

Tras realizar las pruebas inmunológicas, se realiza una broncofibroscopia -para observar el interior de los pulmones y las vías respiratorias- con un estudio de las secreciones y, si se considera necesario, una criobiopsia -extracción de tejido pulmonar-.

«Con una asistencia sistematizada y en profundidad y con las técnicas adecuadas, también se pueden lograr adelantos para nuestro sistema sanitario», ha valorado Morell, que ha subrayado la importancia de las técnicas para la detección de anticuerpos y las pruebas de inhalación.

El trasplante pulmonar es una solución para los pacientes más graves de esta enfermedad, reconocida en 1940, de los que se realizaron 66 en 2012 en la Vall d’Hebron.