Detalles tan simples como la tos durante una comida o la retención exagerada de líquidos o alimentos en la boca pueden estar señalando una disfagia. Durante el III Curso de Nutrición para Médicos de Residencia, la doctora Cleofé Pérez-Portabella ha insistido en que "lo más importante es detectar la disfagia precozmente y actuar de forma rápida".
La mitad de los afectados por esta dolencia son ancianos y pacientes con enfermedades neurológicas. Según Pérez-Portabella, esta dificultad o incapacidad para tragar «es más frecuente de lo que creemos» pero a veces, sobre todo en el caso de la gente mayor, puede pasarnos desapercibida.
A la hora de detectar este problema en la deglución, se tendrá en cuenta la historia clínica del paciente, la consistencia de los alimentos que causan los síntomas (sólidos, líquidos o semisólidos) o la duración y localización de las molestias (tórax, garganta, cuello, pecho). Según algunos de estos datos, además, se podrá determinar si se trata de una disfagia orofaringea (las dificultades se dan en el inicio de la deglución) o esofágica (se traga correctamente pero luego hay una detención del alimento o dificultad de paso).
La prevención es la mejor manera de evitar consecuencias de la disfagia como la deshidratación y la desnutrición. Éstas disminuyen la capacidad de respuesta de los afectados frente a infecciones así como su fuerza muscular y, por tanto, su autonomía. «Puede ocurrir que el paciente deje de comer» apunta la doctora Pérez-Portabella. En otras ocasiones, es posible que los enfermos sigan dietas inadecuadas o, más habitual en los ancianos, que pierdan la sensación de sed tendiendo a deshidratarse. En última instancia, una de las complicaciones más graves asociadas a la disfagia son las neumonías por aspiración, que provocan una mortalidad muy elevada, hasta del 50 por ciento.
Dietas especiales
Para combatir la disfagia es fundamental que se aborde desde la multidisciplinaridad y que el paciente siga una dieta adecuada. Las Unidades de Dietética y Nutrición de los distintos hospitales españoles facilitan a sus pacientes una serie de recetas de fácil aplicación en sus hogares. Estas recetas están pensadas para modificar la textura de los alimentos y espesarlos hasta conseguir la consistencia néctar o pudín, la ideal para que el alimento llegue al estómago de los pacientes disfágicos.
Además, aparece en este campo el nuevo concepto de «Alimentación Básica Adaptada», que incluye purés y papillas diseñadas para nutrir adecuadamente a las personas con dificultades para alimentarse. Estos productos se pueden conseguir en farmacias, hospitales y residencias y también cuentan con espesantes para transformar los alimentos a distintas consistencias.
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