13Feb. 02
Hasta ahora se había constatado que la esquizofrenia era más frecuente entre personas de clase social baja, pero ahora un estudio ha matizado que el nacer en una familia de clase baja no es factor de riesgo para esta enfermedad. Aunque esta enfermedad afecta cinco veces más a la clase obrera que al resto de población.
El estudio de la Unidad de Investigación de la Fundación Stanley de Dublin, Irlanda, dirigido por la profesora Fiona Mulvany, ha analizado la influencia de la clase social en la que se nace con el posterior desarrollo de la esquizofrenia con el objetivo de averiguar si el estrato de la familia en la que se nace modifica el riesgo de desarrollar esquizofrenia en la etapa adulta.
Para averiguarlo, se entrevistó a 352 pacientes con esquizofrenia, a los que se les interrogó sobre el estrato social de su familia en el momento de nacer, la edad a la que se les diagnosticó esta enfermedad y la edad a la que se les empezó a tratar. Sus resultados han sido publicados en el British Medical Journal.
El estudio de Mulvany y su equipo encontró que el riesgo de esquizofrenia no se incrementa entre las personas que nacen en una familia de clase baja mientras que el riesgo es levemente más alto entre quienes nacen en una familia de clase alta. Sin embargo, hay una diferencia notable en la edad en la que se empieza a tratar la enfermedad: la media entre los pacientes de estrato alto era de casi 25 años, mientras que los pacientes de clase baja no reciben tratamiento, como media, hasta los 33.
La conclusión de los autores de este estudio es que la clase social en la que se nace no parece ser un factor de riesgo importante de esquizofrenia, aunque determina parcialmente la edad a la que recibirán tratamiento. También sugieren que la falta de recursos económicos en las familias de clase baja provoca un retraso en el inicio del tratamiento, que explicaría el peor pronóstico de estos pacientes.
«Nuestra explicación para esta influencia de la clase social es que la gente de menor clase social tiene más dificultades para acceder a los servicios de salud», afirman Mulvany y su equipo.
Elestudio en British Medical Journal
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