10Abr. 02
El equipo del HERS ha estudiado ahora este punto, encontrando que el tratamiento con estrógenos-progestina en mujeres postmenopáusicas puede tener diferentes efectos sobre la calidad de vida, desde una mejoría del estado emocional hasta una disminución de la energía física.
Los investigadores del conocido estudio HERS (Heart and Estrogen/Progestin Replacement Study), impulsado entre otros por la Stanford University School of Medicine, han evaluado ahora a partir de sus datos el efecto de la terapia sustitutiva con estrógenos y progestina sobre la calidad de vida de las mujeres postmenopáusicas que reciben este tratamiento, como opción secundaria para la prevención de enfermedad arterial coronaria.
Este tratamiento «es utilizado comúnmente por mujeres para prevenir la enfermedad cardiaca, pero aún no se conocían los efectos sobre su calidad de vida» afirman sus autores, lo que motivó al equipo a iniciar su trabajo.
El estudio, dirigido por el doctor Mark A. Hlatky y publicado en el diario JAMA, tomó cerca de 2.800 mujeres postmenopáusicas con una media de edad de 67 años y enfermedad arterial coronaria documentada a partir de los datos del HERS, un estudio randomizado y placebo-control que se llevó a cabo entre los años 1993 y 1998 en 20 hospitales de Estados Unidos.
Estas mujeres recibieron terapia con estrógeno-progestina o placebo durante tres años, en los que los investigadores midieron la actividad física, el estado de energía o fatiga, la salud mental y los síntomas depresivos.
Los resultados muestran que esta terapia hormonal tiene diversos efectos en la calidad de vida de estas mujeres, que dependen de la presencia de síntomas de la menopausia. Las mujeres sin sofocos experimentan un descenso en su actividad física, mientras que las mujeres con sofocos experimentan una mejoría en su estado emocional.
El estudio HERS
El estudio HERS publicó sus primeras conclusiones en 1998 en JAMA, abriendo una animada polémica pues sus conclusiones afirmaban que la terapia hormonal sustitutiva no sólo no protegía a las mujeres con enfermedad cardiovascular de infarto, como se creía, sino que aumentaba el riesgo de trombosis y embolismo pulmonar. Aunque sí tenía un efecto positivo reduciendo el colesterol LDL e incrementando el colesterol HDL.
Elresumen del estudio en el Journal of the American Medical Association
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