El estudio genético permitirá predecir la aparición de aterosclerosis

La lipidómica, el análisis de los genes que predisponen a poseer unos niveles elevados de colesterol y triglicéridos en la sangre y por tanto a padecer enfermedades cardiovasculares, es "una herramienta más para el diagnóstico, pero no es la panacea", advierte el doctor Luis Masana, presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis.

Los chips de ADN hasta ahora se han utilizado para realizar «un diagnóstico más o menos rápido de hipercolesterolemia familiar», pero ahora los investigadores pretenden emplearlos para detectar las alteraciones genéticas responsables de otras patologías cardiovasculares y poder realizar tratamientos personalizados para cada paciente. No obstante, el doctor Masana recuerda que un estilo de vida cardiosaludable, que incluya una dieta adecuada, ejercicio y evite el tabaco, es lo que realmente tiene «capacidad de modular los genes para proteger o acelerar las enfermedades cardiovasculares».

Por otro lado, se están analizando una serie de marcadores de riesgo coronario, que sirven como «un vigía que nos está avisando de que algo funciona mal», explica el doctor Juan A. Gómez Gerique, director del servicio de Bioquímica Clínica de la Fundación Jiménez Díaz-Unilabs. Entre ellos se encuentra el dímero D, «una molécula que procede de la degradación de la fibrina» originada en un coágulo, ya que «algunos estudios relacionan la cantidad de coagulación de un individuo con la probabilidad de tener infarto de miocardio».

Otro marcador es la proteína C reactiva (PCR), que se genera en el hígado y si se eleva indica una «agresión endotelial», por lo que puede ayudar a «detectar individuos de riesgo que tienen todos los demás factores de riesgo en niveles normales». Desde hace muy poco tiempo se han empezado a estudiar «las concentraciones de proteína C reactiva crónicas», que son consecuencia de una inflamación permanente en las arterias. Por último, un tercer marcador es el «transporte reverso del colesterol», es decir, el papel del colesterol «bueno» en la prevención de la aterosclerosis.

Mortalidad en España

El doctor Masana señala que «las enfermedades cardiovasculares producen el 40 por ciento de las muertes en España» y son la primera causa de mortalidad en nuestro país, como en el resto de países occidentales. Estos datos contradicen en parte la idea de que los países mediterráneos registran una menor incidencia de estas patologías, ya que «es verdad en el rango de edad hasta los 65 años, pero en el de más de 65 la mortalidad se dispara hasta igualarse con otros países». Por ello, tenemos una «protección temporal», gracias a la cual «la enfermedad se retrasa con respecto a los países anglosajones unos cinco o diez años». El doctor Gómez Gerique añade que en nuestro país «el peso que tienen los factores de riesgo es el mismo que en cualquier otra sociedad» y el problema es que «no sabemos realmente cuál es el impacto de todos estos factores en la sociedad española».

Prevención

Una de las causas del aumento de la incidencia de las enfermedades cardiovasculares en nuestro país es «el abandono progresivo de nuestro estilo de vida» tradicional, que está dando lugar a un incremento de la obesidad y la diabetes entre los españoles, afirma el doctor Masana. Este especialista insiste en la importancia de la prevención, en la que juega un papel destacado una dieta compuesta por alimentos ricos en fibra, omega 3 y fitoesteroles vegetales. El consumo de este tipo de productos ayuda a reducir los niveles de colesterol, aunque en el caso de los ácidos grasos omega 3 es necesario ingerir «una cantidad muy importante» para ello, pero una cantidad inferior puede contribuir a disminuir los problemas cardiovasculares (muertes súbitas, etc.).

En cambio, el doctor Masana recomienda eliminar de la dieta los productos que contienen ácidos grasos trans (pan de molde, galletas, pastelería y bollería industrial, alimentos precocinados, etc.). A pesar de ser un tipo de grasas insaturadas, su «aspecto molecular se acerca mucho al de las grasas saturadas» y provocan un aumento de los niveles de colesterol LDL, triglicéridos y lipoproteína (a), al mismo tiempo que reducen el colesterol HDL.

Aunque cada vez existen más restricciones para el empleo de este tipo de ácidos grasos (por ejemplo, han dejado de utilizarse en las margarinas), es preciso «hacer un cambio en la legislación que indicara la cantidad de ácidos trans» en el etiquetado de estos alimentos, en lugar de denominarlos erróneamente como grasas vegetales o hidrogenadas o aceites de coco y palma.