Muchas veces lo que consideramos síntomas claros de estar haciéndonos mayores (arrugas, piel áspera, manchas) no es signo de envejecimiento cronológico. Mucha gente joven padece lo que se denomina envejecimiento prematuro de la piel, debido en gran parte a la exposición continuada y excesiva al sol.
Tener arrugas en la piel, o manchas, o la piel apergaminada no siempre significa estar envejeciendo, al menos desde el punto de vista cronológico. Se trata de envejecimiento de la piel, un hecho que afecta a buena parte de la población, sobre todo a los más jóvenes.
El aumento de la esperanza de vida en las sociedades industriales y la creciente obsesión por tomar el sol y broncearse han contribuido al deterioro de la piel, tanto en las personas adultas como en los más jóvenes. Este hecho supone que mucha gente llegue a la edad adulta con la piel muy deteriorada y con muchos problemas dermatológicos que requieren consulta y tratamiento médico.
En el caso de pieles jóvenes, sucede lo que se denomina fotoenvejecimiento. Según el doctor Julián Sánchez, profesor titular de Dermatología del Hospital Virgen del Rocio de Sevilla, «muchos jóvenes tienen la piel envejecida en exceso respecto a su edad y en peores condiciones, a veces, que la de una persona mayor». Un envejecimiento que está demostrado que es debido en un 90 por ciento a la exposición solar crónica, y sólo en un diez por ciento está provocado por el paso del tiempo.
La mayor parte de los daños que se producen en la piel a causa de la exposición solar sin fotoprotección adecuada tienen lugar antes de los veinte años de edad, por lo que es necesario extremar la protección durante la infancia y la adolescencia. Muchas de las alergias solares más comunes, como son la fotosensibilización y la urticaria, son relativamente frecuentes en mujeres de entre 25 y 35 años que han estado expuestas al sol de manera continuada y sin protección.
Cabe tener en cuenta que el riesgo de contraer cáncer de piel aumenta si se han sufrido quemaduras solares en la infancia, o si las exposiciones solares veraniegas han sido durante tres o más veranos antes de los 18 años de edad. Aunque, según afirma el doctor Ricardo Ruiz Rodríguez, jefe de la Unidad de Dermatología de la Clínica Ruber de Madrid, «el nivel de concienciación de los ciudadanos sobre los peligros del sol ha experimentado un notable incremento en los últimos cinco años, circunstancia que ha permitido la detección precoz de muchos cánceres».
A su vez, el doctor Agustín Alomar, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital de Sant Pau, opina que los estudios que se están llevando a cabo al respecto demuestran que los radicales libres pueden influir de una manera determinante. Son elementos que se estimulan con la luz solar y que, por tanto, deben ser neutralizadas con las conocidas sustancias antiradicales. El objetivo es, según el doctor Alomar, «conseguir una concienciación total de que la fotoprotección contínua, de manera frecuente, evitará un daño que es acumulativo y que si no se prevé pasará factura», afirma.
La exposición continuada al sol provoca, sobre todo si hay quemadura, la muerte de las células de la piel o, en el peor de los casos, un deterioro de éstas. Una alteración celular que, si no se detiene, se puede ir reproduciendo hasta provocar una degeneración que sea causa de patologías mucho más graves.
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