15Oct. 04
El diagnóstico del tumor en las primeras fases de la enfermedad hace posible su curación únicamente con cirugía y permite preservar la vejiga y su función, según los expertos. El elevado número de casos que recaen en la enfermedad obliga al paciente operado a someterse a controles periódicos.
En España se diagnostican al año 8.000 nuevos casos de cáncer de vejiga. Se trata de un tumor tres veces más frecuente en los varones que en las mujeres. En España la media es de unos 20 afectados por 100.000 habitantes/año con cinco muertes por 100.000 habitantes/año. A pesar de esta elevada incidencia, la mortalidad no es alta, se encuentra en el noveno puesto entre los tumores de mayor mortalidad, debido a que es éste un proceso oncológico en muchas ocasiones curable.
Según explica el profesor Antoni Gelabert, de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe del Servicio de Urología del Hospital del Mar, «se trata de un tipo de cáncer directamente relacionado con el entorno laboral, si bien el tabaco es un factor de riesgo muy importante en este tipo de tumor. El aumento cada vez mayor del hábito de fumar entre la población ha incrementado el número de casos de tumor vesical, ya que los componentes químicos del tabaco y de las industrias son igualmente cancerígenos».
Importancia del diagnóstico precoz
El diagnóstico precoz de este proceso oncológico es el medio más eficaz de combatir un tumor cuya capacidad de diseminación, y por tanto de desarrollar metástasis, se produce en una fase avanzada de su evolución. «Cuando un tumor de vejiga se hace clínicamente detectable», explica el profesor Gelabert, «ha recorrido ya gran parte de su ciclo vital y a partir de ahí evoluciona rápida y progresivamente. Si se actúa pronto, se puede obtener, en la mayoría de los casos, la curación únicamente con cirugía, y lo que es más importante todavía, incluso conservando la vejiga y su función. De ese modo se mejora muy significativamente la calidad de vida del enfermo».
El perfil de paciente con tumor vesical responde al de un varón de entre 50 y 65 años, fumador durante bastantes años, que vive en áreas urbanas e industrializadas y que trabaja o ha tenido contacto directo con industrias de colorantes, de tintes, de disolventes, etc. Entre los varones es el tumor más frecuente por detrás del de pulmón, próstata y colon. Es la décima causa de muerte: la octava entre los hombres y la décimocuarta entre las mujeres.
Signos de alerta
En todos los casos el principal síntoma que alerta al paciente es la presencia de sangre en la orina (hematuria). Cuando el tumor se manifiesta con sangre en la orina lo hace la mayoría de las veces de manera aislada: no se acompaña de dolor ni de abundantes ganar de orinar, ni de otros trastornos miccionales. Esta manera de presentarse hace que en muchos casos el propio paciente no le conceda la importancia que realmente tiene. «Puede darse el caso», indica este urólogo, «de que la hematuria evolucione de forma intermitente variando su intensidad a lo largo de un mismo día. Cuando la hematuria se manifiesta de manera caprichosa, sin otros síntomas, la probabilidad de que se trate de un tumor vesical es muy alta. Es decir, debemos desconfiar de aquella hematuria que cese después de unos días y no esperar a que se repita de nuevo para intentar el diagnóstico, porque a veces entre la primera y la segunda hematuria pueden transcurrir incluso años. Al ser el sangrado un signo de alerta, debe alarmar al paciente e inquietar al médico porque sólo así es posible lograr un diagnóstico temprano de la enfermedad. Desde el punto de vista clínico, la hematuria es signo guía y frente a esta manifestación tenemos la obligación de pensar que se puede tratar de un caso de cáncer de vejiga por lo que hay que analizarla. Con ese fin se realiza un análisis de citología mediante FISH u otros tests diagnósticos y una citoscopia y/o ecografía».
Tratamientos actuales del cáncer de vejiga
El tratamiento se selecciona en función de la fase por la que pase el tumor. Básicamente se pueden distinguir tres tipos de tumor: los superficiales, los infiltrantes o invasivos y los que presentan metástasis en el momento del diagnóstico. En líneas generales, los tumores superficiales pueden ser abordados con resección transuretral con o sin quimioterapia o inmunoterapia posterior utilizadas con la finalidad de disminuir las recaídas en la enfermedad. Si el tumor tiene un carácter más invasivo, habitualmente se somete al paciente a una intervención de cistectomía radical, reconstruyendo una nueva vejiga con el intestino del propio paciente para continuar así orinando por la uretra (el propio conducto) o, si esto no es posible, se haría también con el intestino una derivación urinaria. En determinadas situaciones, y siempre bajo protocolo controlado, aunque el tumor sea infiltrante es posible extirpar únicamente el tumor y mantener así la propia vejiga.
Elevada tasa de recaídas
Según la Asociación Española de Urología, el 75 por ciento de los tumores son superficiales en el momento del diagnóstico, es decir no llegan a la zona muscular, en cuyo caso el pronóstico es bueno. Sin embargo, incluso en estos casos de tumores superficiales, casi la mitad de ellos vuelven a aparecer y lo pueden hacer de manera superficial o cambiar a infiltrante. Cuando esto sucede, casi un 40 por ciento de los mismos mantienen el mismo grado y estadio, es decir, su agresividad es similar a la del tumor primitivo; el resto se vuelven más agresivos. De ahí que, como insiste el profesor Gelabert, resulte tan importante el seguimiento, al cual debe someterse el paciente periódicamente (cada seis meses el primer año y una vez al año durante los cinco siguientes). «Este control exhaustivo tiene la intención de que el tumor no se haga invasor o si llega a serlo, entonces diagnosticarlo precozmente», señala.
En opinión de este experto es muy importante que exista una conciencia sanitaria sobre la importancia de este tumor, ya que aunque en la mayoría de los casos responde bien al tratamiento, la alta tasa de recidivas lo convierte en un problema sanitario de primera magnitud. «Es importante recordar que a aunque se trate de tumores superficiales hay que hacer un seguimiento y control, ya que si no pueden llegar a causar la muerte del paciente».
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