El Instituto Nacional de Salud Mental ha puesto en marcha una importante investigación para determinar cuál es el papel de los genes implicados en la esquizofrenia y cómo silenciarlos o expresarlos, según convenga, con el objetivo de diseñar en el futuro nuevos tratamientos y formas de prevención.
El Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos ha destinado seis millones de dólares anuales a una importante investigación, ya en marcha, que pretende desenmascarar el papel de los genes implicados en el desarrollo de la esquizofrenia. Este proyecto, liderado por el departamento de Salud mental del NIH, podría abrir la puerta a nuevas vías de prevención y tratamiento.
Recientes descubrimientos en genética nos ofrecen una oportunidad sin precedentes de ahondar en el conocimiento de la esquizofrenia, pues por primera vez conocemos al menos una docena de genes implicados que podemos explorar», afirma el doctor Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental.
Como explica este especialista, «encontrar un gen implicado sólo es un punto de partida», ahora se intentará «determinar cómo estos genes interactúan y cómo afectan al desarrollo de los procesos cerebrales de cognición y conducta» en lo que describe como un «esfuerzo multidisciplinar contra este serio problema de salud pública».
La investigación está dirigida por el doctor Daniel Weinberger, jefe del Departamento de Desórdenes Cerebrales del NIMH, quien lleva más de diez años dedicado a la genética y neurobiología de la cognición y la psicosis. Ahora, a partir de cultivos de células, modelos animales en ratones y moscas y novedosas técnicas de imagen, su equipo intentará descubrir «la arquitectura de riesgo de la esquizofrenia».
Pero no perderán de vista la descripción de las manifestaciones clínicas tradicionales de esta enfermedad, las alteraciones de humor, comportamiento y pensamiento. «Los genes no participan directamente en la elaboración de alucinaciones, ilusiones y otras manifestaciones de la esquizofrenia», explica el doctor Weinberger. Sin embargo, «existe una complicada conexión entre la influencia de un gen en la regulación y función de una proteína y este fenómeno psiquiátrico», detalló.
Por ejemplo, el equipo del doctor Weinberger ya identificó un mayor riesgo de padecer esquizofrenia entre aquellas personas que heredan una de las dos versiones comunes de un gen, el COMT, que codifica la enzima que metaboliza neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina.
Este gen parece impulsar un patrón de actividad neuroquímica asociado a la psicosis y que causa un bajo rendimiento que requiere la activación del lóbulo frontal. Imágenes tomadas por su equipo muestran cómo algunos pacientes con esquizofrenia tienen problemas para activar esa parte del cerebro en esas condiciones.
Los estudios que ahora se ponen en marcha intentarán identificar pruebas biológicas y formas para desactivar o activar los genes implicados, con el objetivo de poder diseñar nuevas estrategias de prevención y tratamiento de esta enfermedad.
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