08Feb. 12
A pesar de los clichés sobre los hábitos de los adolescentes, los resultados de una investigación de la Universidad de Sevilla muestran que la mayor parte de los jóvenes no cumple un perfil de riesgo en consumo de sustancias. El 60 por ciento de españoles de 13 a 18 años dicen no tomar drogas y rara vez beber alcohol –de forma muy moderada–, mientras que menos del 10 por ciento reconocen haber consumido alguna droga ilegal.
“Aunque es importante que la sociedad, los medios de comunicación, los expertos en intervención y los propios jóvenes modifiquen el estereotipo de riesgo de los adolescentes respecto a las drogas, los datos de nuestro estudio no deberían servir como excusa para no prevenir el consumo de sustancias”, subraya a SINC Pilar Ramos, profesora e investigadora de la Universidad de Sevilla.
Su investigación, que forma parte de la edición 2006 del estudio Health Behavior in School-aged Children (HBSC) , presenta datos de consumo de drogas de una muestra de 15.942 adolescentes españoles, 46,7 por ciento de ellos varones, de edades comprendidas entre los 13 y los 18 años procedentes de 375 centros educativos.
Los investigadores elaboraron una encuesta relacionada con el consumo de sustancias, el ajuste biopsicosocial de los adolescentes y sus contextos de desarrollo. Se les preguntó sobre su frecuencia de consumo de tabaco y alcohol, episodios de embriaguez, y consumo de cannabis y otras drogas ilegales como las de diseño (éxtasis o ‘pirula’, LSD, ácido o ‘tripi’), anfetaminas o speed, opiáceos (heroína, metadona), medicamentos para ‘colocarse’, cocaína, pegamento y otras.
El trabajo asegura que, tras el alcohol y el tabaco, la sustancia más consumida entre los adolescentes españoles es el cannabis. De hecho, España, junto a Gales, ocupa el tercer puesto entre los países con mayores índices en consumo de cannabis en jóvenes, después de Canadá y Suiza.
El grupo de amigos, fundamental en el análisis
El estudio también recoge el consumo de sustancias dentro del grupo de amigos. “Las medidas muestran que los adolescentes que consumen drogas tienen peor satisfacción familiar y escolar. Sin embargo, el ámbito de las amistades es donde estos jóvenes se sienten realmente satisfechos. En este sentido, este trabajo constata además la existencia de relación directa entre el nivel de consumo de sustancias y el de sus amistades. Es una de las razones por las que el análisis del grupo de amigos es básico para estudiar el consumo juvenil de sustancias”, apunta Ramos.
“En esta línea, un trabajo reciente realizado desde este mismo proyecto de investigación ha comparado la influencia del contexto social en el consumo de tabaco de adolescentes españoles e ingleses. Sus conclusiones demuestran que el hecho de que fume el mejor amigo es bastante más relevante que el hecho de que consuman tabaco otros agentes presentes en el desarrollo del adolescente, como son los progenitores o los hermanos”, afirma la investigadora.
Por zonas geográficas las diferencias son mínimas
“Aunque no encontramos diferencias relevantes por provincias, un hecho que sí se repite de manera sistemática en el consumo de tabaco, alcohol y cannabis es el bajo índice de consumo en los adolescentes de Ceuta y Melilla. Sin embargo, con respecto a las comunidades con mayores niveles de consumo, las diferencias son menos claras”, apunta Ramos.
Los de la zona noreste de España, especialmente Aragón y Cataluña, son los que informan de haber consumido alguna vez tabaco y cannabis con “algo más de frecuencia” que el resto de comunidades, al igual ocurre con la prevalencia de consumo de alcohol, aunque en este caso son los adolescentes de las Islas Baleares los que han probado el alcohol con más frecuencia, seguidos por los de Aragón y Cataluña.
Según los científicos, las medidas a adoptar para reducir el consumo de drogas podrían agruparse en tres áreas de intervención: poner en marcha mayores y mejores medidas de regulación y control del acceso a estas sustancias (especialmente, al alcohol) por parte de la población juvenil, extender la implementación de programas de prevención y promoción del consumo responsable y, por último, fomentar la coherencia y continuidad entre los diferentes ambientes donde crecen y se desarrollan los jóvenes, “es decir, las buenas relaciones que deben tener entre sí los diferentes contextos de desarrollo: familia, escuela y amistades”, concluyen.
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