29Nov. 04
Un 80 por ciento de las personas diabéticas mueren como consecuencia de un problema cardiovascular. Los pacientes con diabetes tipo 2 sin antecedentes de enfermedad coronaria previa presentan un riesgo de infarto de miocardio y de mortalidad similar al de personas que ya han sufrido un infarto antes.
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte para los pacientes diabéticos, según el doctor Ramón Gomis, jefe de la Unidad de Endocrinología y Diabetes del Hospital Clínic de Barcelona. «Casi un 80 por ciento de las muertes que se producen en las personas diabéticas de tipo 2 están provocadas por las enfermedades cardiovasculares: sea por problemas vasculares periféricos, sea por problemas de infarto de miocardio o por accidente cerebrovascular (apoplejías)».
La aparición de estas patologías se ve favorecida también por la presencia de otros factores de riesgo como la hipertensión arterial, la obesidad y el tabaquismo. Los datos muestran que la coexistencia de estos factores es bastante habitual, así por ejemplo un 40 por ciento de los diabéticos son hipertensos, más del 60 por ciento tienen sobrepeso y un 16 por ciento son fumadores.
Los especialistas subrayan el manejo de tres indicadores esenciales para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular e infarto en diabéticos: el nivel de azúcar en la sangre, la presión sanguínea y los lípidos en la sangre, incluidos el colesterol y los triglicéridos.
Complicaciones de la diabetes
En España hay tres millones de personas con diabetes y de ellas, un 70 por ciento están mal controladas, según datos de un estudio epidemiológico realizado entre 2003 y 2004. La diabetes mal controlada puede tener unas consecuencias nefastas para el enfermo. El doctor Gomis afirma que «si no se mantiene bien controlada la persona diabética presenta un índice aumentado de sufrir un infarto de miocardio, una enfermedad vascular periférica (lo que se denomina gangrena diabética), o apoplejía». Conviene distinguir entre: enfermedades microvasculares, que afectan a los vasos sanguíneos pequeños y las macrovasculares, que afectan a los vasos sanguíneos mayores.
Dentro de las complicaciones microvasculares se encuentran:
– La retinopatía diabética, una obstrucción o ruptura de todas las pequeñas arterias de la retina que pueden llegar a provocar la ceguera. El riesgo de pérdida de la visión para personas con diabetes es 20 veces superior al general.
– La nefropatía diabética es una de las complicaciones más comunes y se caracteriza por la progresiva destrucción de la función renal y puede desembocar en tratamientos de diálisis o la muerte.
– La neuropatía diabética también conocida como pie diabético. Se produce cuando hay un daño neurológico y una falta de riego en las extremidades y ocasiona la aparición de úlceras y, en último extremo, se puede llegar a la amputación.
Por otro lado, entre las complicaciones macrovasculares destacan:
– La enfermedad coronaria u obstrucción de las arterias coronarias que puede culminar en una angina de pecho o un infarto de miocardio. La persona diabética tiene más del doble de posibilidades de sufrir un infarto que una persona no diabética.
– El accidente cerebral vascular, ya que al verse afectados los vasos sanguíneos del cerebro aumenta el riesgo de hemiplejia y de infarto cerebral.
Tasa de mortalidad
Actualmente, la diabetes mata cada año a 3,2 millones de personas en el mundo. En España, la tasa de mortalidad por diabetes se sitúa en 23 personas por cada 100.000 habitantes. Una tasa que es superior para las mujeres, 29 por 100.000 habitantes, frente a 16 de los hombres. Esta patología se sitúa como la tercera causa de muerte en mujeres y la séptima en varones. Además, constituye la cuarta causa de muerte en los países desarrollados. Según datos de la Sociedad Española de Diabetes, un 80 por ciento de las personas con diabetes muere debido a un infarto de miocardio o a un accidente cerebrovascular.
La medición del riesgo cardiovascular de los diabéticos debería hacerse más extensible pues esta enfermedad puede originar complicaciones micro y macrovasculares, y con ellas, un elevado índice de mortalidad, morbilidad y descenso de la calidad de vida de la persona. Sin embargo, del 30 al 50 por ciento de los diabéticos lo son sin que ellos lo sepan, pues la instauración de la enfermedad dura de nueve a doce años, mientras que los daños cardiovasculares comienzan a desarrollarse antes de que aparezcan los síntomas de la diabetes.
Por este motivo, la actuación preventiva se centra en alentar a los pacientes a adoptar una alimentación equilibrada, hacer ejercicio físico, no fumar y supervisar su tensión arterial con el objetivo de prevenir la aparición de la diabetes y de las complicaciones que ésta conlleva.
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