Crecen las consultas de niños con cuadros clínicos asociados a problemas familiares

Los pediatras alertan del incremento de las consultas de Pediatría en atención primaria derivado de los problemas psicosociales cada vez más frecuentes del niño, un fenómeno que han achacado a problemas desestructuración en el seno de la familia y a los cambios en el modelo de convivencia.

No hay duda de que la crisis económica se está dejando notar en muchos aspectos de la vida cotidiana de los españoles y que la estructura y organización familiar también se ha visto afectada de forma notable en los últimos años. Los horarios laborales y la falta de tiempo obligan en muchos casos a los padres a dejar a sus hijos con los abuelos durante gran parte del día, lo que supone la implicación de estos en la educación de los niños, asumiendo en muchos casos “el rol de padre o madre”.

Los hijos notan estas carencias y muchas veces se refleja a través de un comportamiento negativo o incluso agresivo. Los pediatras reunidos en el XXVI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), apuntan hacia la ausencia de las figuras paternas o las características de la familia como factores claves en el desarrollo de la conducta del niño desde una edad temprana.

Los pediatras de AP han destacado que “cada vez atendemos más consultas por trastornos de conducta. Podemos decir que en España cerca de un 7% de niños sufre Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un 15% muestra trastorno negativista desafiante (TND) antes de los 16 años y entre un 4% y 14,5% presenta trastornos disociales antes de la mayoría de edad”.

En este sentido, el Dr. Jesús García Pérez, pediatra y miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), ha apuntado hacia “una educación deficiente”, como una de las causas de este trastorno. “Los padres deben procurar que el niño asuma poco a poco responsabilidades. Es necesario establecer normas y límites y saber decir “no” en determinados momentos”, ha matizado el especialista.

Las primeras señales de TDAH suelen presentarse en edades preescolares y hacerse evidentes durante la etapa escolar (entre los 6 y 12 años). De esta manera, existen múltiples síntomas que se identifican con la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. La dificultad para prestar atención en tareas y juegos, no escuchar, mostrarse olvidadizo y perder cosas en las tareas diarias, no seguir las instrucciones, ser inquieto y tener dificultad para estar sentado, hablar excesivamente o interrumpir las conversaciones y juegos de los demás son algunos de los criterios que describe la SEPEAP a la hora de que el experto pueda diagnosticar TDAH.

Las conductas antisociales en la etapa adulta, la depresión, ansiedad, un menor rendimiento académico, el consumo de drogas en la adolescencia y en general, las dificultades de adaptación en el entorno social y laboral, en muchos de los casos están directamente relacionados con lo vivido durante la infancia. En este sentido, los pediatras de Atención Primaria (AP) alertan de la importancia de “tratar los trastornos de conducta desde que los padres empiezan a notar que algo no marcha como debería para evitar estas consecuencias más adelante”.

Diagnóstico y tratamiento de los trastornos de conducta

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental, de Estados Unidos, un 40% de los niños con TDAH tiene trastorno negativista desafiante y un 14% padece trastorno de conducta, lo que significa que la mitad de los niños con TDAH sufre otro trastorno asociado a su comportamiento. Asimismo, un 34% sufre ansiedad y un 4% depresión. Por otro lado, los trastornos de aprendizaje, dislexia o disgrafia están presentes aproximadamente, en 15-40% de los niños con TDAH.

El pediatra debe diferenciar entre las características de conducta que forman parte del desarrollo normal y aquellas que indican que el niño pueda tener un trastorno de conducta. “El diagnostico ha de ser meticuloso y riguroso, evitando diagnosticar al niño de algo que no tiene o dejarle sin tratamiento, lo que puede suponer un grave perjuicio para su evolución”, afirma el Dr. García Pérez.

“Por ejemplo, a los 2 años lo normal es que los niños tengan rabietas, no obedezcan y se muestren intolerantes a los cambios. Morder, dar patadas, romper objetos es propio de niños de entre 4 y 8 años”, explica el experto. En este sentido, el Dr. García Pérez incide en que el pediatra debe conocer los factores de riesgo y los síntomas para poder hacer un diagnostico precoz que permita empezar a tratar el trastorno lo antes posible y minimizar los efectos negativos.

El Dr. García Pérez sostiene que “en términos generales, los trastornos de conducta se manifiestan pronto. Una forma de valorarlo es fijarse en la frecuencia e intensidad o gravedad de las rabietas, la persistencia en el tiempo y en qué medida perturban el desarrollo emocional y proceso de adaptación familiar y social del niño”.

La distinción entre TDAH y TND no siempre es sencilla, ya que ambos trastornos se asocian con gran frecuencia y comparten síntomas. En el caso del TND, el niño suele mantener una actitud retadora y provocadora, mientras que los casos de TDAH se caracterizan por la falta de atención acompañados de hiperactividad y actos impulsivos que inciden de forma negativa en el día a día del niño.

Según el Dr. García Pérez, “los padres se suelen sentir confusos o disgustados cuando se presenta un caso de trastorno disocial con los hijos. Para ellos no es una tarea fácil y suele ser estresante y agotador al derivar en conflictos de pareja o sencillamente una mayor dificultad general en la vida familiar”.

Aunque el tratamiento farmacológico y psicopedagógico deben ser la primera opción terapéutica, los expertos señalan que la implicación de la propia familia es fundamental para conseguir resultados satisfactorios. En este sentido, la SEPEAP hace varias recomendaciones para facilitar la adaptación del niño a su entorno:

1. Fraccionar la información dada al paciente de forma ordenada.

2. Organizar las tareas según su capacidad de realización, permitiendo un tiempo para que se asimilen los conceptos.

3. Establecer horarios y rutinas ayudará a mejorar la organización y planificación.

4. Limitar los estímulos para disminuir las interferencias en las actividades que requieren un esfuerzo mental.

5. En el colegio, deben estar sentados cerca del profesor.

Los expertos añaden que es más eficaz mantener una actitud positiva con el niño e intercambiar los castigos por las alabanzas para elogiar lo que el niño haga dentro de “la normalidad”. Asimismo, registrar las conductas positivas del niño en un calendario y entregar un premio cuando se alcance un número de señales determinadas o ignorar al niño cuando interrumpa una conversación son algunos de los consejos que los pediatras aportan a los padres y que además, han demostrado su utilidad en los adultos.

Al menos el 30% de los niños con TDAH continúan experimentando síntomas después de alcanzar la etapa adulta. Aproximadamente un 2% de la población adulta presenta este tipo de trastorno que muchas veces está infradiagnosticado y por ello, tratado de forma incorrecta. En este sentido, la detección precoz y el abordaje temprano del trastorno mejoran el pronóstico y reducen la morbilidad.

El niño en el proceso de separación

En 2010 casi el 50% de las 100.000 parejas que tramitaron su divorcio en España, tenían hijos. Esta situación produce un alto impacto emocional en los hijos. Disminuir este impacto, que conlleva un daño irreversible en el desarrollo psicoevolutivo del niño, es crucial para los hijos.

El Dr. García Pérez asegura que es imprescindible que “los padres comuniquen a sus hijos la decisión sin rodeos, sin ocultar la realidad y sobre todo, sin ningún tipo de versión subjetiva. Deben aclarar que a pesar de la separación, siguen queriéndolos y que ellos no son los responsables de la separación”.

Los efectos del divorcio varían dependiendo de la edad del niño. “Los más pequeños pueden sufrir trastornos del sueño, inhibición en el juego o miedo al abandono”, ha indicado el Dr. García Pérez. Mientras, entre los 5 y 9 años es frecuente que el niño muestre signos de tristeza, nostalgia por la falta del padre/madre que deja la casa y un bajo rendimiento escolar.

Asimismo, los pediatras señalan que es habitual que a partir de los 9 años, algunos niños sufran cierta manipulación por parte de sus padres y que en la adolescencia; “En la adolescencia se detecta depresión, actividad sexual, absentismo escolar y puede existir una mayor exposición al alcohol y las drogas”, ha apuntado el especialista.

En el marco del XXVI Congreso de la SEPEAP los pediatras reunidos han incidido en la importancia del seguir desde la consulta de este tipo de problemas. “Nuestra misión es proteger al niño ante los daños que un divorcio o separación pueda causar. Debemos hacer un seguimiento de sus reacciones y sobre todo, asesorar a los padres durante todo el proceso”, ha añadido el Dr. García Pérez. Además, en algunos casos el pediatra puede derivar a los niños a otros especialistas, como, por ejemplo, al psicólogo.

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