Congreso Nacional de Psiquiatría Legal: las víctimas del terrorismo tienen más del doble de posiblidades de desarrollar alteraciones psicopatológicas

La Sociedad Española de Psiquiatría Legal ha advertido en su encuentro anual que el apoyo expresado y percibido desde el ambiente familiar, social, laboral e institucional constituye un medio preventivo de primer orden para evitar la aparición y cronificación de alteraciones psicotraumáticas en las víctimas de actos terroristas.

El doctor José Luis Medina Amor, psiquiatra militar del Hospital Central de la Defensa, en Madrid, ha expuesto en el XV Congreso Nacional de Psiquiatría Legal los resultados de distintos estudios realizados en España tras los atentados del 11-M desde el punto de vista de las secuelas psicopatológicas causadas a corto, medio y largo plazo en las víctimas directas e indirectas, así como las consecuencias derivadas entre la población general.

Según estos trabajos, casi el once por ciento de la población española experimentó, poco después del acto terrorista, un ataque de pánico, un ocho por ciento desarrolló depresión mayor y un cuatro por ciento trastorno de estrés postraumático (TEPT), siendo directamente atribuible a los atentados el 2,3% (Miguel Tobal JJ y cols, 2004).

No obstante, «estos porcentajes empeoran entre las víctimas, familiares y allegados», explica el doctor Medina, que anuncia que «el 45,3% sufrió ataques de pánico o crisis de angustia; el 31,3%, depresión mayor, y casi el 36 por ciento un trastorno de estrés postraumático (Iriarrizaga, Miquel Tobal et al 2004)».

«Aunque hay datos concluyentes que demuestran que el TEPT no es la patología más prevalente entre los trastornos que aparecen en las víctimas del terrorismo, es, sin duda, la más grave», asegura el doctor Medina, que define este trastorno como «una alteración ligada consistentemente a situaciones de riesgo real o percibido de muerte y que aparece en muchas otras víctimas de situaciones traumáticas».

Por ejemplo, «en los primeros momentos tras el acto terrorista aparecen reacciones de estrés agudo, generalmente de carácter ansioso o disociativo, aunque en un número menor de casos», y también «trastornos afectivos, especialmente depresión mayor, y crisis de ansiedad», señala este experto en terrorismo. «Asimismo, pueden aparecer tempranamente los signos y síntomas típicos del TEPT».

En un segundo momento, pueden suceder dos cosas: «que los trastornos afectivos y de ansiedad, así como los trastornos adaptativos, se estabilicen o, por el contrario, se cronifiquen. Además, pueden aparecer otro tipo de alteraciones, como consumo de sustancias (minoritario en los datos que se tienen sobre la población española) o alteraciones hipocondríacas y abundantes trastornos somatomorfos», advierte el doctor.

En este sentido, las investigaciones realizadas en nuestro país (Baca y cols 2003) ofrecen datos concluyentes: «los niveles de salud mental encontrados en las víctimas directas, indirectas y familiares de las víctimas son sustancialmente más bajos que los de la población general de referencia», anuncia José Luis Medina, quien añade que «el riesgo de cumplir las condiciones de convertirse en un caso con alteraciones psicopatológicas significativas es 2,55 veces superior entre las víctimas de un atentado terrorista que entre la población general».

A largo plazo, «aunque hay pocos estudios de las víctimas, la evidencia apunta a que la mayoría de los afectados tiende hacia la cronificación de las secuelas psíquicas, con periodos de atenuación y de reactivación en momentos críticos: aniversarios, conmemoraciones, procesos judiciales, nuevos atentados, etc.», detalla este psiquiatra.

El punto de vista de la víctima

Según el doctor José Luis Medina, «desde la perspectiva de la víctima concreta, ya sea directa o indirecta, el terrorismo será contemplado como un crimen particularmente cruel y sin justificación. Su reacción es la de alguien que se encuentra atacado, sin que pueda entender la razón, y que se ha convertido en enemigo de alguien a quien no conoce y con quien, en la mayoría de ocasiones, no tiene ningún tipo de contacto directo o indirecto». Otra particularidad es que «las víctimas civiles de atentados indiscriminados nunca antes se habían planteado que podrían llegar a ser un objetivo o se habían sentido amenazadas», puntualiza el doctor Medina, a lo que responde diciendo que «las víctimas del terrorismo son víctimas intencionales y nunca accidentales, aunque su victimización se produzca en el marco de atentados masivos o se las considere bajo el nombre de daños colaterales».

Entre las consecuencias de un hecho traumático, como es un atentado terrorista, el doctor Medina distingue dos dimensiones: «por un lado, los factores que intervienen en la precipitación del hecho delictivo o traumatizante y, por otro, el impacto del hecho traumático sobre la víctima o modo de vivir la experiencia, además del conjunto de condiciones de las que depende el impacto del hecho».

Según varios trabajos publicados sobre víctimas del terrorismo, se dan varios factores de riesgo a la hora de evaluar el impacto del acto traumático sobre la víctima. En primer lugar, el doctor José Luis Medina habla de la naturaleza e intensidad del acontecimiento, y afirma que «en general, todos aquellos actos terroristas que suponen una amenaza violenta, súbita, inesperada, sin que el individuo esté preparado para afrontarla, tienen un impacto mayor»; también «el empleo de explosivos es el tipo de acción terrorista que deja secuelas psicopatológicas más graves y persistentes en víctimas supervivientes y familiares».

También la personalidad del sujeto afectado juega un papel importante en la aparición de secuelas psíquicas, pues «se ha afirmado que la ausencia de estrategias adaptativas adecuadas en la vida ordinaria del individuo puede considerarse como un factor de riesgo, así como los rasgos previos histriónicos e hipocondríacos; aunque todo dependerá de la intensidad y gravedad de los acontecimientos, porque incluso la persona más estable emocionalmente tiene un punto de ruptura», aclara.

Por último, el doctor Medina hace hincapié en los factores de la convivencia familiar y los antecedentes psiquiátricos personales, así como en la coincidencia del acto terrorista con otros acontecimientos vitales previos de carácter estresante.

«Sin embargo, uno de los factores de riesgo determinante en la aparición de secuelas psíquicas es un apoyo social inadecuado», anuncia José Luis Medina, «la falta de apoyo social es muy importante en la aparición de estas patologías, así como en su nivel de gravedad y persistencia», resume.

Un nuevo tipo de terrorismo

«Tanto el 11-S en EE UU como el 11-M en España representan muestras claras de lo que significa este tipo de terrorismo actual» ejemplifica el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal (SEPL), el doctor Lorenzo Llaquet, «abundantes muertos y todavía más heridos, con posibilidad de lesiones cerebrales y, por lo tanto, también de secuelas psiquiátricas», además de dejar personas con «trastornos psicotraumáticos, cuyo número de afectados es muy difícil de calcular», reconoce el doctor Llaquet. «Por lo tanto», concluye, «tras un crimen de esta envergadura son muy diversas las posibilidades a las que puede tener que enfrentarse un perito psiquiatra», finaliza.