23Oct. 06
El denominado bullying se lleva a cabo a través de insultos (en el 41% de los casos), creando rumores y mentiras (16%), con robos (16%), amenazas (11%) ataques físicos (8%) o aislando socialmente a la víctima (8%), advierte la Sociedad Española de Psiquiatría Legal en su encuentro anual, celebrado en Guadalajara.
Los datos hechos públicos recientemente a través del X Informe Cisneros sobre acoso escolar en las aulas españolas han provocado honda preocupación entre los especialistas de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal (SEPL), que califican de muy grave que aproximadamente un millón de estudiantes de entre 7 y 16 años (23%) sufra acoso escolar, cuando la media en otros países occidentales avanzados se sitúa entre el 5% y el 10%, según la SEPL.
«No obstante, estas cifras han causado mucha controversia y polémica y desde el gobierno y algunas Comunidades Autónomas se defiende que este porcentaje se encuentra entre el 3% y el 5%», recuerda el doctor José Manuel Romacho, master en psiquiatría legal y ponente en el XV Congreso Nacional de Psiquiatría Legal sobre el problema del acoso escolar.
«De todas formas, se estima que en España los casos severos de bullying oscilan entre el 1,8% y el 2% del total de casos», afirma el doctor Romacho, que a su vez se congratula de que «el acoso escolar, que siempre ha existido, se haya convertido en un tema de amplia repercusión social y gran impacto mediático», lo que ayuda, sin duda, «a que profesores y padres presten más atención y a que los casos de mayor gravedad lleguen a la esfera judicial». Aunque advierte que «el 40% de las denuncias por acoso escolar resulta ser ser otro tipo de conflictos que no pueden llegar a considerarse bullying». Precisamente ha sido el actual clima de progresiva concienciación social sobre el tema el que ha llevado a la organización del Congreso a incluir el bullying dentro del programa científico, «a pesar de que se escapa del contenido central del encuentro, basado en el Daño Neuropsiquiátrico y la Ley», especifica el doctor Lorenzo Llaquet, presidente de la SEPL; sin embargo, «nuestra Sociedad quiere facilitar la profundización de la Psiquiatría Legal española sobre la importancia clínica de estas situaciones y sus posibles derivaciones jurídicas, ya que pueden causar secuelas psiquiátricas en las víctimas para toda la vida», concluye.
Cursos de mayor riesgo
El doctor José Manuel Romacho ha definido el concepto de acoso escolar a sus compañeros de profesión en Guadalajara como «la situación en que una persona se ve insultada, físicamente agredida, socialmente excluida o aislada, acosada o atemorizada por otro u otros compañeros en el colegio, a través de comportamientos y actitudes impunes».
Y añade el Dr. Romacho, «si estos comportamientos son repetidos, la víctima se ve envuelta en una situación de indefensión psicológica, física o social, y ve disminuida su autoestima, su seguridad personal y su capacidad de iniciativa, y todo ello provocado por la actuación de sus agresores, unido a la ausencia o escasa ayuda del exterior y a la permanencia en el tiempo de estas agresiones».
Según este experto, el acoso entre alumnos se materializa en aislamiento social en el 8% de los casos, en ataques físicos (8%), amenazas (11%), robos (16%), rumores (16%) e insultos (41%).
Aunque estos porcentajes varían en función de la edad y el sexo; así, «a menor edad, son más frecuentes los ataques físicos», aunque «el periodo de mayor incidencia del acoso escolar se encuentra entre segundo y tercero de ESO, momento en que disminuye progresivamente a medida que aumenta la edad», señala el doctor Romacho. En el caso de las niñas «el bullying es más sutil e indirecto, provocando un aislamiento social de la víctima (excluir, hacer correr rumores…)», mientras que «los chicos participan más tanto en el papel de agresor como en el de víctima y sus formas más usuales de abuso son directas: pegar, amenazar, insultar, etc.», concluye el doctor.
Asimismo, los lugares habituales en los que se producen las agresiones varían en función del curso académico: «en primaria el lugar más frecuente es el patio y en secundaria se diversifican los escenarios, aumentando su frecuencia en los pasillos y las aulas», afirma este especialista.
¿Qué es bullying?
El doctor José Manuel Romacho puntualiza que no debe confundirse el bullying con otros conflictos entre alumnos. «Para que exista acoso escolar es necesario que se den una serie de requisitos», explica, «como que haya una víctima indefensa atacada por uno o varios agresores, una desigualdad de poder (físico, social, psicológico) entre el acosador/es y su víctima, que la acción agresiva se repita durante un largo periodo de tiempo, que la intimidación se ejerza sobre un individuo en concreto y no sobre un grupo de alumnos y que ésta sea de tal intensidad que perjudique el desarrollo personal y la salud del agredido».
Habitualmente, aunque encontramos excepciones, «el perfil psicológico del abusador podríamos definirlo como un alumno con mayor desarrollo físico, pésimo rendimiento académico, con muy alta autoestima», que, además, «cuenta con un entorno familiar alterado, con patrones que combinan la falta de afecto y una excesiva permisibilidad parentales, con mayor incidencia de haber sufrido maltrato infantil».
Por su parte, continúa el doctor, «la víctima se caracteriza por ser de escasa estatura, con déficits físicos o sensoriales o con algún rasgo peculiar físico o de personalidad, o con alguna diferencia étnica, de valores morales y actitudes con respecto al grupo escolar de referencia; dispone de una baja autoestima y es insegura e introvertida»; además, «suele sufrir trastornos del sueño y de la alimentación y, a medida que avanza el acoso, ve disminuir el rendimiento académico».
De todas formas, el doctor Romacho distingue dos tipos de víctima: «una, sumisa o pasiva, que se caracteriza por un patrón de reacción ansioso depresivo, y otra, provocativa, caracterizada por un patrón de reacción ansioso agresivo, donde abundan los estudiantes con hiperactividad».
Cuándo debemos sospechar de un posible caso de acoso escolar
El doctor José Manuel Romacho destaca que existen una serie de indicadores que pueden alertar a padres y personal docente sobre un posible caso de acoso escolar: «aparición de conductas regresivas, problemas nocturnos (pesadillas, dificultad para conciliar el sueño), ansiedad y miedo a ir al colegio, absentismo escolar por somatizaciones, cambio brusco en el rendimiento académico, aislamiento personal y social y pérdida de la autoestima, con sentimientos de culpa», advierte el doctor. Cuando se sospecha de la existencia de un caso acoso escolar, «se pone en marcha lo que llamamos verificación pericial del bullying», que incluye «entrevistas a alumnos y maestros en el entorno escolar, a la victima y su familia, así como al agresor y su familia, incluyendo una evaluación de la personalidad del agresor y del agredido». En el caso de que esta verificación, realizada por expertos, dé un resultado positivo, se pone en marcha un mecanismo de control y ayuda al abusador y a la víctima por parte de la administración pública. Además, «cuando las consecuencias son graves, cada vez son más frecuentes los casos que llegan a la justicia», advierte el doctor Romacho.
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