La alimentación como necesidad básica no es sólo importante para la persona por su aportación nutritiva sino también por el componente social y psicológico que comporta. Por ello, el objetivo de los especialistas es fomentar la alimentación por vía oral para que las personas mayores sigan degustando los alimentos y mantengan el gusto por comer.
Precisamente comer es uno de los elementos que marca la calidad de vida de la persona y no hay que descuidarlo en ningún momento, tampoco cuando se superan los 65 años. Aunque también es cierto que para lograr conjugar que la alimentación sea a la vez un placer y completa hay que aplicarse a ello. Y es que, a modo de ejemplo, cabe subrayar que el 50 por ciento de los ancianos que están en residencias tienen un riesgo mayor de sufrir malnutrición debido a su edad avanzada, a las enfermedades que sufren o a problemas para masticar o deglutir.
Según Angeles Castro, enfermera supervisora de la Unidad Central de Nutrición del Hospital Clínico de Valladolid, «los ancianos constituyen uno de los grupos de población con mayor riesgo de sufrir problemas de malnutrición». Esto se debe a los cambios fisiológicos y psicológicos que nos afectan a las personas a partir de cierta edad, determinando también la forma de comer.
En la gente mayor, una mala alimentación puede provocar alteraciones en el metabolismo o cambios en las defensas, que hacen que la respuesta inmune sea menor. Esto a su vez influye en que la medicación no produzca la respuesta deseada, ya que, además, muchas veces interaccionan alimentos con medicamentos. También se puede dar un aumento de la debilidad, que provoca mayor aislamiento. Éste a su vez puede conllevar problemas psicológicos que frenen la recuperación de un paciente. Porque «una persona que está malnutrida es una persona enferma con sus capacidades funcionales y su autoestima reducidas», subraya el doctor Miguel Ángel Vázquez, profesor de geriatría de la Universidad de Vigo.
Geriatría, la nueva realidad
La geriatría está experimentando un importante auge y crecimiento debido al aumento de la esperanza de vida y al desarrollo de una sociedad cada vez más envejecida. «En las instituciones residenciales asistidas (para personas con déficits funcionales a nivel físico, psíquico o mixto), la alimentación de los mayores se aborda desde una perspectiva integral, por la importancia que tienen tanto los nutrientes como las cuestiones sociales que afectan al anciano», explica el doctor Vázquez.
En las residencias, más del 65 por ciento de los ancianos presentan componentes depresivos en su estado de ánimo, por lo que las comidas muchas veces pueden convertirse en un aspecto puramente fisiológico. Así, hay que tener presente que la alimentación de los mayores es fundamental, pero que se ha de hacer tomando la satisfacción que debe reportarles.
Un posible camino para seguir manteniendo la alimentación por la vía oral, sobre todo en aquellos casos en que hay problemas para masticar o tragar, podría ser la alimentación básica adaptada. Ésta pretende ser una adaptación de la alimentación tradicional a las necesidades en sabores, texturas y nutrientes de las personas mayores, de modo que puedan seguir degustando comidas y gustos y mantengan en lo posible el placer de comer.
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