Bebés estresados

09Oct. 08

Hoy en día los bebés tienen más posibilidades de padecer estrés que hace 15 años debido al estilo de vida actual. Y puede llegar a afectar a su desarrollo emocional y social y, en concreto, puede provocar una disminución de la autoestima, del estado de ánimo y de la capacidad para empatizar, así como una alteración de su capacidad de memoria.

El estrés se puede producir antes del nacimiento (a través de los vasos de la placenta pueden pasar las hormonas de la respuesta de activación del estrés de la madre al hijo en formación), durante el parto (el estrés del propio parto) y después (desde el momento del nacimiento).

En cuanto a la situación actual, el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Miguel Tobal, explicó que los bebés tienen hoy más posibilidades de padecer estrés que hace 15 años debido a los cambios del estilo de vida y señaló que la tasa de prevalencia en la población infantil oscila entre el nueve y el 21 por ciento.

Para la jefe de Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón, María Jesús Mardomingo, el estrés se manifiesta de manera más frecuente en las niñas mediante la ansiedad y la depresión; mientras que en los niños se observa de forma más habitual trastornos de comportamiento como reacciones agresivas, hostilidad o dificultad en las relaciones.

Respecto a las causas que lo provocan, Tobal señaló que el estrés se produce tanto en la fase previa del nacimiento del bebé como en el parto y en sus primeros meses de vida. «Todas las situaciones que afectan a la madre se transmiten al feto a nivel hormonal», destacó.

Por otro lado Tobal recordó factores que provocan tensión en los menores como enfermedades (flatulencias o cólicos), falta de cuidados (pañales húmedos, inseguridad, miedo), factores ambientales (ruidos, soledad, aislamiento), alimentación y ambiente familiar.

Según explicó el profesor, el principal síntoma de esta sensación de estrés es el llanto que describió como «mantenido y angustioso». A su vez, señaló que otras características son las dificultades para conciliar el sueño o la somnolencia a lo largo del día, el estado de alerta o un grado de activación elevado, la pérdida del apetito o la necesidad de alimentarse de manera más frecuente de lo normal, así como la irritación.

Además, destacó que la tendencia al aislamiento y que el bebé permanezca quieto son otros síntomas muy reveladores, ya que -según comentó- los bebés se encuentran casi siempre en continuo movimiento.

Las situaciones de estrés mantenidas o repetitivas en los bebés pueden provocar un desequilibrio en su sistema inmunológico, derivando en problemas de salud física y psicológica en la infancia, que pueden afectar también al desarrollo emocional y social del niño, causando problemas por ejemplo de baja estima, baja capacidad para empatizar o afectación de la memoria.

La receta: atención, tranquilidad y cariño

Tobal señaló que para evitar situaciones de estrés en los bebés es necesario «conseguir que el bebé se sienta atendido, querido e integrado dentro de la familia y dentro de un ambiente tranquilo». «El afecto de los padres y la expresión de amor son directamente proporcionales a su nivel de relajación y a su capacidad de aprender», destacó.

Por ello, el experto propone estrategias como dar cosas al bebé que pueda escuchar o ver durante las primeras horas del día, mantenerle calmado con juegos, cambiarle de posición y cuando tenga flatulencia alzarlo y ayudarlo a expulsar los gases. Asimismo, añadió que es muy importante acompañar al niño para que no se sienta solo y hablarle.

Una correcta alimentación es vital, no sólo por el efecto que tiene la comida sobre la mejora del estado de relajación y del ánimo, sino porque también mejora el balance inmunorregulador del sistema inmune del bebé.