Aumentan los casos de acoso escolar

22Nov. 06

El acoso escolar siempre ha existido aunque ahora su impacto mediático es mucho mayor, lo que ayudará a que profesores y padres presten más atención y que los casos de mayor gravedad lleguen a la esfera judicial, según el Dr. José Manuel Romacho, miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría.

Si bien el 40 por ciento de las denuncias por acoso escolar resultan ser de otro tipo de conflictos que no pueden llegar a considerarse «bullying», entorno al cinco por ciento de los escolares españoles sufre acoso escolar y en el dos por ciento de los casos este acoso se califica de severo, según expresaron los expertos en el marco del reciente Congreso Nacional de Psiquiatría Legal.

Características del acoso escolar

El doctor Romacho define el concepto de acoso escolar como «la situación en que una persona se ve insultada, físicamente agredida, socialmente excluida o aislada, acosada o atemorizada por otro u otros compañeros en el colegio a través de comportamientos y actitudes impunes». «Si estos comportamientos son repetidos, la víctima se ve envuelta en una situación de indefensión psicológica, física o social; y ve disminuida su autoestima, su seguridad personal y su capacidad de iniciativa». «Todo ello provocado por la actuación de sus agresores, unido a la ausencia o escasa ayuda del exterior y a la permanencia en el tiempo de estas agresiones», añade.

El «bullying» se lleva a cabo fundamentalmente a través de insultos (en el 41 por ciento de los casos), creando rumores y mentiras (16 por ciento), con robos (16 por ciento), amenazas (11 por ciento), ataques físicos (ocho por ciento) o aislando socialmente a la víctima (ocho por ciento).

No obstante, estos porcentajes varían en función de la edad y el sexo. Así, «a menor edad, son más frecuentes los ataques físicos, aunque el periodo de mayor incidencia del acoso escolar se encuentra entre segundo y tercero de ESO, momento en que disminuye progresivamente a medida que aumenta la edad», señala el doctor Romacho. En el caso de las niñas «el «bullying» es más sutil e indirecto, provocando un aislamiento social de la víctima (excluir, hacer correr rumores…), mientras que los chicos participan más tanto en el papel de agresor como en el de víctima y sus formas más usuales de abuso son directas: pegar, amenazar, insultar, etc.», aclara.

Del mismo modo, los lugares habituales en los que se producen las agresiones varían en función del curso académico: «en primaria el lugar más frecuente es el patio y en secundaria se diversifican los escenarios, aumentando su frecuencia en los pasillos y las aulas», afirma este especialista.

¿Cuándo es acoso escolar y cuando no?

El doctor José Manuel Romacho puntualiza que no debe confundirse el «bullying» con otros conflictos entre alumnos. Para que exista acoso escolar es necesario que se den una serie de requisitos como que:

– haya una víctima indefensa atacada por uno o varios agresores,

– una desigualdad de poder (físico, social, psicológico) entre el acosador/es y su víctima,

– la acción agresiva se repita durante un largo periodo de tiempo,

– la intimidación se ejerza sobre un individuo en concreto y no sobre un grupo de alumnos,

– la intimidación sea de tal intensidad que perjudique el desarrollo personal y la salud del agredido.

Acosador y víctima. Perfiles

Habitualmente, aunque encontramos excepciones, el perfil psicológico del abusador podríamos definirlo como «un alumno con mayor desarrollo físico, pésimo rendimiento académico, con muy alta autoestima que además, cuenta con un entorno familiar alterado, con patrones que combinan la falta de afecto y una excesiva permisibilidad parentales, con mayor incidencia de haber sufrido maltrato infantil», afirma este experto.

Por su parte, continúa el doctor, «la víctima se caracteriza por ser de escasa estatura, con déficits físicos o sensoriales o con algún rasgo peculiar físico o de personalidad, o con alguna diferencia étnica, de valores morales y actitudes con respecto al grupo escolar de referencia; dispone de una baja autoestima y es insegura e introvertida; y además, suele sufrir trastornos del sueño y de la alimentación y, a medida que avanza el acoso, ve disminuir el rendimiento académico».

De todas formas, el doctor Romacho distingue dos tipos de víctima: «una, sumisa o pasiva, que se caracteriza por un patrón de reacción ansioso depresivo; y otra, provocativa, caracterizada por un patrón de reacción ansioso agresivo, donde abundan los estudiantes con hiperactividad».

¿Estará mi hijo siendo acosado?

El doctor José Manuel Romacho destaca que existen una serie de indicadores que pueden alertar a padres y personal docente sobre un posible caso de acoso escolar: «aparición de conductas regresivas, problemas nocturnos (pesadillas, dificultad para conciliar el sueño), ansiedad y miedo a ir al colegio, absentismo escolar por somatizaciones, cambio brusco en el rendimiento académico, aislamiento personal y social y pérdida de la autoestima, con sentimientos de culpa». Cuando se sospecha de la existencia de un caso acoso escolar, «se pone en marcha lo que llamamos verificación pericial del «bullying» que incluye entrevistas a alumnos y maestros en el entorno escolar, a la victima y su familia, así como al agresor y su familia, incluyendo una evaluación de la personalidad del agresor y del agredido», comenta.

En el caso de que esta verificación, realizada por expertos, dé un resultado positivo, se pone en marcha un mecanismo de control y ayuda al abusador y a la víctima por parte de la administración pública. Además, «cuando las consecuencias son graves, cada vez son más frecuentes los casos que llegan a la justicia», advierte el doctor Romacho.

Guía para prevenir el acoso escolar

La Dirección General de Familia de la Comunidad de Madrid, ha editado una guía de ayuda para afrontar situaciones de dificultad social. En El acoso escolar y la prevención de la violencia en la familia se proponen una serie de claves para erradicar el acoso en las aulas, pero también desde la familia.

Divida en dos partes, la primera ofrece herramientas para identificar a los acosadores y reclamar ayuda, mientras que en la segunda se recogen pautas para prevenir la violencia a través de la educación.