El sueño es una necesidad fisiológica fundamental para el bienestar, la calidad de vida y el correcto funcionamiento del organismo. Se puede definir como un estado reversible de disminución de la consciencia, con una reducción de la capacidad motora.
Durante la niñez y la adolescencia, el sueño adquiere una importancia especial debido a su impacto en el desarrollo físico y cognitivo.
Importancia del sueño en niños y adolescentes:
El sueño es esencial para el desarrollo físico y cognitivo de los niños, afectando a la capacidad de atención y aprendizaje, a la memoria, a la conducta y, en general, a la salud física y mental del niño. Durante el sueño se producen importantes funciones fisiológicas, como la reparación muscular o la secreción de hormonas relacionadas con el desarrollo físico, principalmente la hormona del crecimiento.
¿Qué es un sueño de calidad?
Disfrutar de un sueño de calidad implica no solo la duración adecuada, sino también otros factores como la ausencia de interrupciones y la rutina y regularidad en los horarios. La regularidad en los horarios facilita la conciliación del sueño y favorece el sueño nocturno, de acuerdo a los ritmos circadianos.
En este sentido, es importante tener en cuenta la acción de la melatonina, la hormona del sueño. La producción de melatonina es máxima en los 10 primeros años de vida y posteriormente su producción en nuestro organismo comienza a descender. La melatonina juega un papel crucial en la regulación de los ciclos de sueño-vigilia.
Consecuencias de la falta de sueño en niños
Las consecuencias de la falta de un adecuado descanso en niños pueden ser importantes y pueden ir desde una excesiva somnolencia durante el día o déficits de atención, hasta un incremento del riesgo de enfermedades como diabetes de tipo 2, enfermedades cardiovasculares e incluso obesidad infantil.
Higiene del sueño
Por ello es fundamental mantener unos buenos hábitos , habitualmente denominados como higiene del sueño. Estos hábitos incluyen:
Mantener una rutina regular para irse a dormir y despertarse, incluso los fines de semana.
Crear un ambiente de sueño relajante, oscuro, silencioso y fresco.
Evitar las pantallas (televisión, móviles, tablets) al menos una hora antes de dormir.
Limitar la ingesta de cafeína y azúcar por la tarde y noche.
Asegurar un tiempo adecuado para la actividad física diaria.
Es importante consultar con un profesional de la salud si existen dificultades para conciliar el sueño o si se sospecha de algún trastorno del sueño.