¿Es posible trasladar partes de grasa de una zona del cuerpo a otra? La respuesta a esta pregunta es un rotundo sí, esto es lo que se conoce como microinjertos de grasa propia y esta técnica se aplica, habitualmente, a tratamientos de relleno facial, de mamas o de glúteos. «En los años 70 las prótesis de mama fueron las protagonistas de los arreglos estéticos, en los 80 la microcirugía, en los 90 la liposucción y, ahora, lo que manda en la profesión de los cirujanos plásticos son los microinjertos de grasa propia», explica el cirujano plástico Moisés Martín Anaya.
La técnica de los microinjertos de grasa permite a los especialistas obtener la grasa sin demasiada complicación, «se coge usando una jeringa pequeña de unos 10-20 centímetros cúbicos, se pone un poco de anestesia local y, una vez que se centrifuga esta jeringa y se obtienen 3 o 4 centímetros cúbicos de células adipocitarias o células grasas puras, éstas se pueden ubicar donde se quiera», explica el doctor.
Lo más habitual es usar estas células grasas para rellenar, por ejemplo, partes de la zona facial como los pómulos o los surcos nasogenianos. Pero no es la única opción, «también se utilizan para corregir pequeñas asimetrías de las mamas o, incluso, para aumentar su tamaño y también para dar volumen a los glúteos con unos resultados mucho más naturales que las viejas prótesis», aclara Martín Anaya.
Este tipo de técnicas se realizan en aproximadamente 40 minutos de una forma ambulatoria y permiten a la paciente incorporarse a su vida normal de forma prácticamente inmediata.
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