Metotrexato: Usos, Administración y Efectos Secundarios
El metotrexato es un fármaco que se utiliza para tratar diversas enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, la artritis idiopática juvenil, la psoriasis grave, la artritis psoriásica y la enfermedad de Crohn. También se utiliza para prevenir el rechazo del trasplante de médula ósea.
Este medicamento actúa como un antagonista del ácido fólico, una sustancia esencial para la síntesis de ADN y la división celular. Al bloquear el ácido fólico, el metotrexato inhibe la proliferación de las células que intervienen en la inflamación y el crecimiento tumoral.
La dosis y la forma de administración del metotrexato varían en función de la enfermedad a tratar y las características del paciente. En algunos casos, se administra una única dosis semanal, mientras que en otros se necesitan dosis más frecuentes.
El metotrexato puede administrarse por vía oral (comprimidos o solución) o por vía inyectable (subcutánea o intravenosa). La administración intravenosa suele reservarse para casos graves o para su uso en el ámbito hospitalario.
Es importante destacar que el metotrexato puede producir efectos secundarios, algunos de ellos graves. Por este motivo, su uso debe estar supervisado por un médico especialista.
Entre los efectos secundarios más frecuentes se encuentran:
Náuseas y vómitos
Pérdida de apetito
Úlceras bucales
Dolor de cabeza
Fatiga
Erupciones cutáneas
En casos más graves, el metotrexato puede producir toxicidad hepática, renal o hematológica. Por ello, es fundamental seguir las indicaciones del médico y acudir a consulta si se experimenta algún efecto adverso.
El metotrexato es un fármaco eficaz para el tratamiento de diversas enfermedades, pero su uso debe ser controlado y supervisado por un profesional sanitario.