La luz pulsada intensa es una fuente lumínica de alta intensidad que emite pulsos de luz con distintas longitudes de onda. “Eso es lo que la diferencia, principalmente, de los láseres, que trabajan siempre en la misma longitud de onda”, explica la dermatóloga Elia Roó.
El hecho de trabajar con distintas longitudes de onda permite corregir distintos objetivos. Por ejemplo:
Todo ello hace que se produzca un fotorejuvenecimiento cutáneo.
Por otra parte, el paso del tiempo y la exposición a la luz solar provocan que en la piel aparezcan manchas oscuras, venitas, capilares dilatados, rojeces y un engrosamiento de la capa más superficial de la piel, el estrato córneo, que hacen que la piel presente un tono amarillento y apagado. Todo se puede tratar individualmente mediante distintas técnicas cosméticas:
¿En qué consiste la luz pulsada intensa?
La luz pulsada intensa es muy versátil y en una misma sesión permite trabajar sobre todos los objetivos presentes. Además, está indicada para corregir el fotoenvejecimiento leve o moderado y se pueden tratar diversas áreas:
Rostro.
Cuello.
Escote.
Espalda.
Manos.
¿Cómo se debe realizar el tratamiento?
La piel no puede estar bronceada ni tener autobronceador antes del tratamiento puesto que la afinidad por el pigmento puede provocar quemaduras.
Asimismo, el tratamiento no es molesto, sino que puede dar la sensación de quemazón durante la sesión, por lo que la anestesia no es necesaria. Posteriormente, la piel se encuentra enrojecida o inflamada pero, en general, dura pocos días y se puede llevar a cabo una vida normal, e incluso, utilizar un poco de maquillaje.
Respecto al número de sesiones, habitualmente se recomiendan tres espaciadas durante un mes y una o dos sesiones de mantenimiento al año. Además, esta técnica se puede combinar con otras:
Rellenos.
Peelings.
Radiofrecuencia.
En definitiva, el resultado del uso de la luz pulsada intensa como tratamiento para el fotorejuvenecimiento es una piel más uniforme y luminosa.
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