La meningitis es una inflamación de las meninges, membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Diversos microorganismos pueden causarla, siendo la meningitis bacteriana una de las más preocupantes. Dentro de esta categoría, la enfermedad meningocócica, provocada por la bacteria Neisseria meningitidis, destaca por su gravedad y rápida evolución.
Aunque poco frecuente, la enfermedad meningocócica puede ser mortal o dejar secuelas graves como daño cerebral, amputaciones o problemas neurológicos. Se estima que un 10% de los casos son fatales a pesar del tratamiento, y un 20% de los supervivientes sufren secuelas a largo plazo.
La transmisión se produce por contacto cercano con una persona infectada a través de las gotículas respiratorias al toser, estornudar o besar. Compartir utensilios también puede propagar la bacteria.
Los síntomas iniciales de la enfermedad meningocócica, como fiebre, dolor de cabeza, rigidez de nuca y confusión, son comunes a otras enfermedades, lo que dificulta su diagnóstico. Esta dificultad, unida a la rápida evolución de la enfermedad, hace que la prevención sea crucial.
La vacunación es la herramienta más eficaz para prevenir la enfermedad meningocócica. Existen vacunas para los principales serogrupos de meningococo, y están incluidas en el calendario vacunal español. Es importante seguir las recomendaciones médicas y completar la pauta de vacunación para una protección óptima.