Tanto la historia clínica como las pruebas físicas son fundamentales para arrojar luz sobre el diagnóstico de la esclerosis múltiple.
Sin embargo, también hay una serie de pruebas adicionales que debes conocer. Estas pruebas buscan hallazgos característicos y típicos de la esclerosis múltiple necesarios para poder establecer un diagnóstico. Vamos a repasar cuáles son.
Pruebas complementarias para el diagnóstico de la esclerosis múltiple
Análisis de sangre
Los análisis de sangre sirven, fundamentalmente, para descartar otras enfermedades que puedan parecerse a una esclerosis múltiple.
Recientemente, también existe la posibilidad de evaluar marcadores inflamatorios en sangre, los cuales permiten orientar el grado de inflamación de esta enfermedad.
Punción lumbar
En esta prueba, se realiza una punción lumbar para obtener una muestra del líquido cefalorraquídeo, que se analiza con dos fines:
El primero, detectar la presencia de marcadores de inflamación típicos de la esclerosis múltiple, conocidos como bandas oligoclonales.
El segundo, descartar posibles causas que simulen esta enfermedad.
Resonancia magnética
La resonancia magnética es la prueba complementaria más importante de todas y es esencial para el diagnóstico de la esclerosis múltiple.
Principalmente, se realiza una resonancia del cerebro e, idealmente, también de la médula espinal. Con esta prueba, se detectan las lesiones inflamatorias causantes de la pérdida de mielina, que son típicas de la enfermedad.
Además del valor diagnóstico, la resonancia magnética tiene un rol pronóstico que sirve para orientar en la decisión del tratamiento. Finalmente, esta prueba es clave para descartar otras enfermedades que puedan parecerse a la esclerosis múltiple, lo cual es crucial para establecer el diagnóstico correcto.
Potenciales evocados
En esta prueba se colocan una serie de electrodos en el cuero cabelludo para mostrar una serie de patrones visuales. Esto nos sirve para registrar las respuestas eléctricas generadas en la retina y en las áreas visuales del cerebro y ver si existe algún tipo de alteración. Su función principal es evaluar si existe un daño en alguna de estas vías, lo que puede ayudar a saber si ha habido brotes previos que no se hubieran detectado inicialmente.