¿Cree que han aumentado los traumas en niños tras la pandemia?
“No es imposible”, apunta la psicóloga Isabel Menéndez Benavente, quien apunta que todos hemos sufrido estos meses de confinamiento, de parada laboral, de poca vida social… Y los niños han sido, indica, “los más afectados porque tienen muchas menos herramientas para enfrentarse a estos problemas”.
Un trauma es, en realidad, una herida que cicatriza mejor o peor, según los niños. Sí es cierto que hay niños que no han sufrido ningún trauma, pero eso tiene que ver con muchas circunstancias. Niños que han vivido en un entorno bueno, en un entorno familiar agradable, en el que no se les metía miedo, que no ha habido muertes, etcétera, llevarían la pandemia mucho mejor, pero aquellos niños que han sufrido una muerte en su casa o que han vivido en un piso pequeño, sin aire, con familias desestructuradas, cuando no violentas… Evidentemente, en esos niños puede haber traumas, incluso lo que se conoce como estrés postraumático.
Estrés postraumático en niños covid
El estrés postraumático es un estrés muy importante, muy profundo, que hace que los niños tengan cambios importantes en su manera de ser. Son niños que pueden estar irritables, que desde luego no quieren ver ni saber nada ni de enfermedades ni de pandemia.
Tienen flashbacks, que son imágenes recurrentes dentro de todo lo que han vivido durante la pandemia: cuando se ha muerto el abuelo, cuando no podía tocar el ascensor, cuando no podía salir… Todas esas cosas se reviven una y otra vez, incluso estando despiertos.
Muchas veces, hay muchos cambios de conducta. Por ejemplo, puede haber niños con anhedonia, que están como que no sienten ni padecen, como que no les importa nada. O al revés: niños con unas emociones exageradas, con pataletas e ira súbita.
¿Qué podemos hacer si sospechamos traumas en niños?
Los niños suelen ser muy resilientes: tienen una capacidad innata para afrontar los problemas y seguir felices. Sin embargo, podemos sospechar traumas en niños cuando vemos que les falta esa capacidad de resiliencia. Para ello, debemos fomentar que acepten sus frustraciones, enseñándoles que la vida no es tan fácil como se la queremos poner.
También debemos enseñarles a ser más empáticos: deben aprender a ponerse en el lugar de los demás, aunque también los padres deben ponerse en el lugar de esos niños que han sufrido.
Es fundamental de demostrarles cariño y afecto siempre. Eso siempre, pero muchísimo más ahora si creemos que ha pasado algo con nuestro hijo que ya no quiere ir a dormir a casa de nadie, que no se quiere separar, que llora, que no duerme bien, que no come bien... Debemos darles seguridad y hacerles saber que les ayudaremos. Hablarles mucho también es esencial, así como jugar con ellos.